VAGABUNDO DE LA OSCURIDAD

 

 

Algo tirado

 

Mientras caminaba encontré un corazón,

recordé que yo hace mucho tuve uno

que me hizo sentir emociones que se fueron apagando,

al ver este otro en el suelo aún latiendo

no pude sopórtalo,

sabía que muchos no se habían dado cuenta de que existía;

lo patearon como al mío,

le escupieron,

lo dejaron agotado,

mal trecho,

agónico,

hasta que simplemente

fue imposible seguir cargando aquello

y lo mejor fue arrancarlo de una buena vez

sin importar un último dolor,

la curiosidad de saber si me quedaba era grade

pero recordé las noches junto al teléfono,

la almohada indiferente,

el insomnio recurrente,

y ya no quise volver a pasar por eso;

me aleje respetando el lugar donde estaba,

me sentí reconfortado al pensar

que alguien mas anda por la ciudad por ahí sin tener uno.

 

 

 

Nunca te enamores

 

 

Terminó también por irse

importándole un comino

el haberme quebrado la nariz

con un despertador,

haberme dejado fuera

de mi propio departamento

cuantas veces quiso,

–y quiso seguido–.

 

En el bar me lo decían

cada que ella no me acompañaba:

–Nunca te enamores

de una mujer junto a una cerveza.

Los ignore,

y ahora tengo el corazón roto,

ganas de verla

con sus tacones altos.

 

Le puedo perdonar todo

excepto haber dejado

mi despensa y refrigerador

por completo vacíos.

 

 

 

 

 

  

 

Cuando perdí la fe

 

Así que era viernes santo,

mi madre me llevo a casa de los abuelos

que tenían una figura gigante

de un agonizante Jesús en la cruz

con Magdalena llorando a los pies,

una escena digna para ponerse a pensar;

yo tenia nueve años,

en un momento

mientras jugaba en la sala

la figura se engancho a mi ropa

y cayó contra el piso

haciéndose trizas;

a la abuela se le escaparon las lagrimas,

mi madre la acompaño

luego de ponerme una golpiza ejemplar,

después de eso yo también lloraba;

miré al abuelo sentado a lo lejos sin sus dos dedos

de la mano izquierda,

fumaba un cigarro sin filtro,

reía discretamente,

sabía que ese día perdí la fe para siempre.

 

 

 

 

 

 

 

 

Vagabundo de la oscuridad

 

Terminaré con la mirada perdida

en un sillón de un segundo piso,

mientras en la tele pasa una película

de los años veinte,

la piel pegada a los huesos

sin mas ganas que ninguna;

sé que así tendrá que ser,

no espero ninguna recompensa

por lo que hice o deje de hacer,

seré  un vagabundo que la oscuridad reclama,

que no encontró la dicha

donde le dijeron que debería estar;

que verá transcurrir el tiempo

sentado en una prisión con la puerta abierta

donde a veces me acompaña un muerto.

 

 

 

 

 

La última

 

Cada que término de escribir algo

me pregunto sí podré volver a hacerlo,

sí aún me quedará veneno en las venas

y algo lamentable que decir,

algo poco comprensible

inútil,

pero desahogador.

 

No lo sé.

 

Mi musa demente

unas noches me ignora

para que sienta

la necesidad de tenerla

y viva lo mas desdichado posible

por el tiempo que ella desee,

otras,

las mejores y menores de las veces

pasa a visitarme,

me pide que beba

un sorbo amargo de la agonía

emanada de sus labios

que la hace sonreír,

únicamente

para un par de momentos después

decir adiós.

 

 

 

 

 

Invalidez

 

No puedo anhelar una vida decente,

quizás porqué no la conozco y no soy así,

es cómo sí estuviera invalido

para soñar con algo mejor

y me hiciera falta un pedazo del alma

que me dijeron que cuidara

pero terminé por perder,

tal vez por eso no disfruto de los boleros,

de la compañía,

un ambiente suave a la luz de las velas

en un mar lleno de sonrisas inocentes;

y prefiera la acidez,

mirar el techo lleno de arañas,

guardar silencio en la habitación

buscando lo que me amputaron sin darme cuenta.

 

 

  

 

 

 

Distancia segura

 

Todos al final esperan algo grande,

algo que les cambie la vida,

aunque lo único que nos espera es la muerte

que mira a través de unos binoculares

con una cerveza en la mano

y una bolsa de frituras

a una distancia segura.

 

 

 

 

 

 

 

 

Menos tu

 

Casi siempre empieza

con mirar demasiado el piso,

meter las manos en el pantalón,

ser el introvertido

de la esquina en el aula de clases.

-Tu madre lo sospecha desde el principio

pero no dice nada,

lo justifica con mil cosas.

-Sabiduría de ellas.

Naciste con algo terriblemente malo,

no lo entiendes bien,

al parecer lo saben y son respetuosos,

es peor que estar preso,

es igual a tener un estigma en la cara,

una marca que a los tres segundos te delata,

los sicólogos cuando se dan por vencidos

recetan pastillas,

los sacerdotes te absuelven

con un par de padres nuestros

mirándote incrédulos,

escuchas un cuchicheo permanente

cuando pasas cerca de la gente,

al parecer el mundo entero sabe lo que tienes,

todos,

todos lo saben, menos tu.

 

 

 

 

 

No es justo

 

Pensar que Mozart

correteaba mujeres por montones

con una risa enferma

entre concierto y concierto;

no es justo

si tomamos en cuenta

que lo único que yo quiero es esconderme

de una sola loca celosa

que me habla a cada hora.

 

 

 

 

 

 

Atrapado en las definiciones

 

La poesía es una mosca que zumba,

algunos la escuchan,

otros la ignoran,

y para la mayoría es basura.

 

 

 

 

 

Guía fácil para un poeta sensible

 

Diles a las mujeres que escribes poesía

sin agregar el género,

lo importante es la palabra: P-O-E-S-Í-A,

trae consigo una especie de sentimiento implícito

igual al sueño imposible

de algún día cubrir una cama con pétalos de rosas,

háblales de cosas de amor y un poco en francés;

pensarán que eres sentimental,

sensible,

dirán: allí va el poeta;

déjalas pensando un buen rato en eso

o en aquello,

harán bien la tarea,

te llamarán por teléfono

cuando crean haber entendido lo que dijiste,

no importa si están en lo correcto o no,

lo importante es que te devolvieron la llamada;

ten contigo siempre un libro diferente para estudiar,

si es de algún desconocido de nombre impronunciable

mucho mejor,

aunque, no seas tan duro y cada que tengas oportunidad

agrega que los valses de Strauss son buenos,

casi todas las mujeres bailaron a los 15 años una pieza de él,

mira con tristeza el mundo,

invita a tus damas a los ciclos de cualquier arte

donde no te conozcan,

para que tú les expliques con detalle

cuando estén tomando café antes de ir al motel,

usa una bufanda a rayas y esponjada,

conviértete en una tragedia de poeta desconocido,

mal valorado,

poco entendido,

pero no fumes demasiado,

luce tímido pero inmediatamente tómalas del brazo,

aprende aparentar que las escuchas con atención,

tómate todas las molestias que nadie más hará,

apunta en la libreta esos detalles,

ya que te hayas aburrido del juego

únicamente márchate sin decir nada,

recuerda: eres el gran poeta.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Titulo; Vagabundo de la Oscuridad

Editorial; Eugenesis

Lanzamiento; Junio  2006

Numero de ISBN; 978-84-92410-972

Paginas ; 47 

 

 

 

 

Vagabundo de la oscuridad, primer antología de Arturo Accio –incluye textos inéditos– lleva en sus letras la observación cruda y descarnada (que no es lo misma que objetiva) del mundo que lo padece.

Desde su cómodo sillón, mira a la vida del hombre pequeño, a la muerte implacable, la destrucción de los seres y sus pasiones.

Es torturador de ángeles (oficio envidiable) y torturado por todo. La vida y la muerte, de los pequeño y lo más pequeño, forman un continuo donde nada sale bien, ni es importante, pero cada detalle será dicho.

Duro con todos, peor consigo mismo, da un consejo valioso… Cuando llegue el Apocalipsis de los tristes, la descreación de lo que creyó existir, lo mejor es revolverse en la cama y seguir durmiendo.

Héctor Viveros