IDEOLOGÍAS POLÍTICAS


En esta etapa de la historia del mundo, las ideologías políticas tienen su descanso en el río del olvido. Tanto el socialismo, hundido en las nuevas ideas mundiales; el comunismo, perdido por los horizontes del caos; y el capitalismo, desorientado por los valles de la incongruencia, están en un nuevo proceso de transformación.

Hubo una época de la historia moderna que el socialismo tuvo su sustancia, su labor ideológica y constructiva, pero en estos momentos, cuando el mundo se mueve con otras orientaciones tiene poco que ofrecer a las nuevas generaciones, a las nuevas ideas de un mundo renovador, aunque apático por las circunstancias que vive actualmente.

Las anarquías existentes en tiempos, como el comunismo ideológico basado en una igualdad consumada, está totalmente a la deriva. El anarquista, poco comprometido con la sociedad, y mucho con su propia identidad individual, está lejos de la implicación que el ser humano tiene ante sí.

Los anarquistas, referencia del particularismo del hombre, de su carencia de inquietudes comunes, y la lucha desigual por liberarse de un orden establecido en una convivencia humanitaria, está perdido en las nuevas maneras del resurgimiento humanista, espiritual e intelectual.

Con la carencia de ideas renovadoras y retrasados en el pasado, el socialismo está consumado, agotado y bajo las llamas del mundo moderno. Actualmente, en las nuevas corrientes de este planeta, hay indicios a que las fuentes políticas anteriores tienen su fin. Aunque se piense y se crea que la economía siempre va dirigida de la misma manera, que el manantial económico camina con las mimas manos, no será así.

Desde los sistemas radicales de izquierdas como de derechas, si así se puede interpretar ahora, incluyendo a los dictadores propios, al margen de ideologías políticas, están caminando al fracaso. La propia inercia común de la Humanidad va a renunciar a según que apoyos sociales, pero, en cambio, va a exigir mucho más a los políticos. No es cuestión de rebeliones hostiles, sino de conductas vigilantes sobre las acciones y actitudes políticas, y los movimientos del mercado financiero, económico y social.

Las izquierdas van atrasadas, desorientadas; y las derechas con muchas inquietudes en su nuevo hacer en este planeta. Ni las izquierdas son tan sociales, más bien, perturbadoras de un bien común, de una convivencia y orden más entusiasta, ni las derechas tan liberales como se creen. Ni unos ni otros están en el camino que exigen actualmente las sociedades del mundo. Entre el humanismo, la espiritualidad y libre pensamiento están las encrucijadas de un mundo más cualificado para la Nueva Humanidad.

Hay mucho por hacer y mucho por deshacer. Las raíces socialistas, los fundamentalistas religiosos como los conservadores profundos tienen poco porvenir en una nueva Llamada de la Humanidad. Las nuevas corrientes marcan la pauta al ser humano, y aunque no lo piense ni se lo plantee, están vivas y acercándose al dominio de un nuevo Orden mundial. Aquellos que así lo vean caminarán con ellas, lo que no, perderán el viaje de la Nueva Humanidad.

Nada queda ni nada viene. Todo está ya creado. Y aunque el mundo se mueve con tendencias racionalistas y visiones de lógicas puras y filosóficas, hay que dejar huecos al mundo desconocido de la Mente Universal. El ser humano siempre cree que él mismo mueve las fichas en la partida de ajedrez, y no es así. La mente humana está controlada por otros mecanismos muy superiores que el mismo ser humano desconoce. De ahí, que lo nuevo, lo que está viviendo ya en nosotros, está resquebrajando lo inútil, lo perecedero, lo que no sirve ya, abriendo nuevas raíces en un terreno mucho más universal.

Caciques y dictadores, como otros afines a ellos, mediocres y pendencieros, están destinados al fracaso. La reacción humana va a ser sólida y contundente, dejando en los ribazos de la vida a quienes quieran seguir controlando a la Humanidad. Parece que las utopías o fantasías humanas, vistas desde un mundo realista puro, no ponen jamás en evidencia el sendero humano; y no es así, porque los poderosos que quieren mantener su poder absoluto sobre las colectividades desconocen el poder de las Energías Universales.

El tiempo nos irá indicando los nuevos movimientos sociales, pero creo que ya hay muchas fisuras en las actitudes banales y prepotentes de muchos políticos, aunque haya algunos muy válidos que luchan por cambios y nuevas ideologías más trascendentales que apoyan a la racionalidad humana como a la espiritualidad del hombre universal.

La evolución, tanto universal como terrenal, no tiene límites, y menos con la capacidad del ser humano para controlar su desarrollo. Bastante hace con saber vivir de la mejor forma posible, pero la involución es parte de la propia evolución, del propio aprendizaje humano. Del caos surge el renacimiento. Y todo aquel que posterga su iniciativa al cambio, queda relegado a la mediocridad de su propio avance.

RESURGE CON LA FUERZA DE TU ESPÍRITU


ÁNGEL SANZ GOENA
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1 Response so far.

  1. Pienso que cada ideología política da respuestas a los retos de una sociedad determinada, con personas en unos niveles de conciencia determinados. Y por tanto, más que competir entre ellas, tal vez seria mejor que comprendiéramos el lugar y el papel que desempeña cada una de ellas en el mundo.
    Partiendo de la idea de que somos las personas las que influimos sobre los problemas, y que como personas actuamos en función de nuestras creencias políticas, opino que ninguna de nuestras ideologías puede por si sola solucionar los problemas que nos aquejan. Tal vez seria bueno conseguir el equilibrio entre los valores internos y los externos. La vida es como un árbol donde cada rama realiza una función especifica. Ninguna rama del árbol es idéntica a las demás, cada una tiene su forma y apunta a una dirección distinta. Las ramas del árbol no luchan entre si para ver quien es mas rama. Cada rama es independiente en su espacio vital y a la misma vez es parte de las demás.
    Para lograr la evolución hay que involucionar.
    Hay que transformarse interiormente, fortalecer nuestra esencia inspiradora, esa voluntad que nos alienta a obrar, ese deseo de conseguir el bien común. Sólo cuando nuestra alma está insertada en el mundo de las necesidades humanas es capaz de comprometerse con la justicia y la compasión universal.
    Un abrazo Angel y gracias como siempre por lo que aportas.

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