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17 de junio de 2011

CRITICA SOBRE EL DOCUMENTAL " LA DOCTRINA DEL SHOCK"


Escrito por: Jesús Miguel Sáez González el 16 Jun 2011 - URL Permanente
La doctrina del Shock es un libro ensayo publicado en 2007 por la economista y también periodista Naomi Klein –también guionista del presente trabajo documental-. Sostiene el auge del llamado capitalismo del desastre, que insta a gobiernos a aprovechar en periodos de crisis económicas, guerras, desastres naturales (huracán Katrina), epidemias (la gripe aviar que enriqueció a las empresas farmacéuticas), ataques terroristas (11S), llevando a cabo todo tipo de reformas a favor del libre mercado, medidas que se imponen mediante el miedo, la fuerza, incluso la represión (Guantánamo), motivando la desregulación y el libre mercado, al tiempo que invade los espacios democráticos, aprovechando que la capacidad de respuesta de una sociedad esta mermada, anestesiada, es manejable y manipulable y como a un enfermo se le aplican electrochoques, de esta manera el Estado claudica frente al gran capital.

Los economistas partidarios de estos fines requieren que para abordar políticas de libre mercado es necesario una violenta destrucción de un orden económico preexistente, al tiempo se establece una crucial relación, y similitud, entre la doctrina original de las terapias de choque (experimentos realizados por Ewan Cameron en connivencia con la CIA durante los años cincuenta) con la propagación a la fuerza de las ideas neoliberales de Friedman, cuyas teorías empapan La escuela de Chicago (de la que proviene Donald Rumsfeld, Paul Bremen o Jeffrey Sachs).

Estas son llevadas a cabo bajo las dictaduras de Chile y Argentina – se estudia la necesidad de que las propuestas impopulares estén asociadas a las terapias de choque con apoyo de torturas, bajo el visto bueno de la administración norteamericana-, su influencia en Uruguay o Brasil, para trasladarse a Europa en los setenta, durante el gobierno de Margaret Thatcher aprovechando la guerra de las Malvinas –privatización del agua, el gas , la electricidad, telefonía, empresas estatales, el ferrocarril, entre otros sectores-, aunque en lo posible no utilizando violencia extrema –represión para sofocar las huelgas, criminalización contra los sindicatos-, al tiempo como esta doctrina se aplica en la política norteamericana en época de Reagan –nuevas formas de combatir el comunismo-, su filtración en la antigua URSS y la órbita soviética (durante la caída del muro, el ataque al parlamento ruso por Yeltsin), incluso en Sudáfrica, Asia –durante la crisis de 1997-, finalmente como esta se implementa conjuntamente con la privatización de las fuerzas armadas –mediante compañías privadas de seguridad- durante la guerra de Irak y la invasión de Afganistán como consecuencia del 11S.

Medidas de choque privatizadoras, salvajes, aprovechan sobredimensiones en las bolsas, creación de burbujas que suponen una ganancia fácil para intermediarios y empresas, quebrando la sociedad, buscando mayores beneficios, cuya estrategia hace subir los niveles de renta de los que más tienen, los nuevos ricos –incluso en China-, condenando a la sociedad, a la desprotección de los derechos civiles – se incluye la crisis que padecemos actualmente-

Todas estas cuestiones se exponen y se enlazan elípticamente en este ensayo –hábilmente desarrollado- que utiliza como criterio la voz de la propia Naomi Klein, a través de tres intervenciones – y su vista a diversos lugares, Chile, New Orleans; por ejemplo-, y que establece un diálogo dialéctico contrapuesto a las teorías de Friedman -obtuvo este el premio nobel de economía-, defendiendo esta la regulación (ejemplos de la estimulación durante la época del New Deal y las ideas de Keynes).

A esta voz enunciadora (la estructura lineal sigue los parámetros del texto original, estableciéndose capítulos, de ahí los intertítulos, pero nunca denegando un carácter didáctico explicativo, gráficos, viñetas, incluso la gradualización de una composición sonora dotada de fines dramáticos un tanto explícitos) se añade a un montaje percutor que acoge todo material archivístico – sea incluso audiovisual, citar en especial fragmentos de documentales filmados por cineastas reconocidos, grabaciones caseras, o autocitas al trabajo Camino de Guantánamo, cinta dirigida por cierto por el cineasta- también periodístico y de investigación.