jueves, 8 de abril de 2010

Profesores de autoescuela.


Los profesores de autoescuelas son esos grandes desconocidos con los que la mayoría nos hemos o nos encontraremos alguna vez en la vida.
Dentro de esta procesión hay de todo, como en botica. Quienes nos enseñan a conducir tienen, como todos nosotros, vicios y virtudes. De sus largas horas en el asiento del copiloto (con los pedales siempre al alcance suya), surgen multitud de anécdotas.

- Abuela al volante: Una de las alumnas favoritas de uno de los profesores con los que han hablado los de autopista online fue una señora que acudió a clase, todos los días, durante casi 2 años. La abuela afirmaba que, igual que hay gente que se gasta dinero cada día en el bingo, ella se lo gastaba en aprender a conducir. Al final, la señora aprobó, aunque no se sabe si después se compró un coche o dejó en el olvido el tan preciado carnet de conducir.

-Acoso: Hay historias divertidas, curiosas, raras y sorprendentes, pero también las hay dignas de denuncia. En una ocasión, un profesor se dió cuenta que una alumna estaba en tensión en su clase diaria.

-El profesor pegón: En una anécdota de un profesor de autoescuela destaca una historia en la que una chica que quería aprender insistió en ir acompañada de su novio. Al cabo de unas cuamtas clases, el chico le preguntó al profesor que si no pegaba. Y es que esta chica había recibido más de un cojinazo en la cabeza por cada fallo que tenía en su clase.

-Profesor, no se conducir: Un profesor que estaba en sus primeros años de profesión, comenzó a dar clases a una señora que decía que llevaba años sin conducir pero al final el profesor la vió con un cochazo y la descubrió.

-El profesor miedoso: Una vez un profesor que todos sus alumnos le suspendían por defecto de velocidad. El profesor se agarraba todo el tiempo en el asidero del asiento del coche , finalmente dejó la profesión.

-El alumno eterno... : Un alumno que quería seguir dando clases siempre. Era un señor de 50 años que llevaba años intentando aprender a conducir al final se le consideraba apto para conducir por las carreteras de España.

-Zapatillas de esparto: Era verano una señora que aprende a conducir, el terror y los nervios bloqueaban la mayor parte de sus movimientos. El profesor le pregunto una vez que como se le había calado el cohe y ella dijo que era porque llevaba zapatillas de esparto. Un día el profesor y el marido de la señora, el profesor le dijo al marido que se gastara un poco más de dinero en ropa interior que la de esparto era incomoda.

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