martes, 8 de marzo de 2011

JAP madrileños y jienenses de convivencia en Jaén

Por Irene Gregorio. El fin de semana del 12 y 13 de febrero tuvimos en Jaén un encuentro de Jóvenes Amigos de Poveda en el que nos lo pasamos muy bien. Aprendimos cosas de la Institución, conocimos a gente nueva, hicimos amigos, compartimos... y, sobre todo, nos mostraron un modo distinto y especial de disfrutar de unos días, sin consolas ni televisión.
Para los de Madrid, esa convivencia comenzó cuando el autobús se puso en marcha a las 9 de la mañana. Empezamos bien el viaje con una oración y una canción a María, el reparto de las identificaciones y con un concurso sobre Pedro Poveda: “¿Quién sabe más sobre la historia de Pedro Poveda y su obra?” Dos equipos, una pregunta y una sola respuesta. Si no recuerdo mal, hubo un claro empate. No sé quién sabría más, pero todos aprendimos algo.

Tras este intensivo concurso, ¿por qué no una ronda de chistes? Y hasta la parada a medio camino, eso fue lo que hicimos. El resto de viaje consistió en una guerra de rimas. Sí, eso he dicho, una guerra de rimas. Pareados alocados que nos dejaron atontados, jaja.
Una vez en Linares, fuimos a ver la Iglesia de Santa María la Mayor acompañados por algunos amigos de Jaén. Luego nos condujeron al Centro Cultural Pedro Poveda para comer y charlar tranquilamente en el patio. Un rato más tarde nos dieron la bienvenida “oficial” y nos hablaron de los lugares povedanos que luego visitamos a pie.
Tras coger de nuevo el autobús, llegamos al fin a Jaén. ¡Y menuda bienvenida! Carteles de colores, risas y sonrisas, saludos, ambiente de fiesta... y madrileños y jienenses conectaron enseguida. Presentación de animadores, dinámica de presentación para los animados y cine fórum. “Las llaves de casa”, eso fue lo que vimos. La historia de un chico deficiente y la relación con su padre, que le abandonó cuando era un bebé. A pesar de no verla entera, nos marcó. Nunca está de más ver películas poco corrientes que nos muestren realidades que desconocemos o ignoramos. El cine fórum estuvo muy bien llevado por el animador que lo organizó haciendo participar a más de cien chavales.
Y después... ¡a la rica cena! con platos preparados por la gente de allí. Gracias a la colaboración de muchos, platito a platito, se montó allí un banquete digno de reyes. Muchas gracias por alimentarnos durante nuestra estancia con tan deliciosos manjares.

Por la noche, la velada se dividió en dos partes. La primera consistía en conocer el colegio. Su historia y su relación con Pedro Poveda. Vimos la capilla con el (tríptico), el piano comprado con el primer sueldo de Josefa Segovia, la Virgen niña... ¡y el escalón! No nos olvidemos del escalón de piedra que trajeron de la casa donde residía Pedro Poveda cuando vivía en Jaén.
La segunda parte fueron juegos. Cuatro eran las habitaciones y cuatro los juegos. Risoterapia, macedonia, las sillas y explota el globo de tu compañero sin que exploten el tuyo. Durante una hora no se oyeron más que risas, gritos, música y toques de campana para avisar del cambio de habitación. Tras esto y dos bailes preparados por nuestros amigos andaluces (el tallarín y el waka waka) nos fuimos a dormir. Bueno, algunos más que otros. Pero finalmente, todos durmiendo tranquilamente.A toque de campana nos despertaron la mañana siguiente y tras arreglarnos un poco, bajamos a desayunar... ¡churros calentitos y chocolate! Hay que ver qué bien nos cuidan. También habían preparado algunos bizcochos caseros. ¡Ñam! Tras el desayuno, continuamos bien el día con la misa.

Después tocaba visita a la ciudad. La catedral, la casa de Pedro Poveda, la iglesia donde bautizaron a Josefa Segovia... Todo nos fue enseñado por magníficos guías que nos iban ilustrando con detalles, historias y leyendas.

Al volver al colegio tuvimos una presentación de las jornadas de Huerta Carmela y las jornadas de Acit Joven. El presente y el futuro. Para comer tuvimos hamburguesa. Los chicos bajaron al patio, disfrutando del sol, el buen tiempo, la buena compañía y la hamburguesa, claro.

Tras una despedida de igual o mayor magnitud que la bienvenida en la que los jienenses se despidieron de cada uno de nosotros con olas, gritos y aplausos, los madrileños volvimos a montarnos en el autobús, guardando todo lo que habíamos vivido en nuestra cabecita y nuestro corazón, y esperando el día en que volvamos a ver a nuestros amigos de Jaén, eso sí, la próxima vez en Madrid, con nosotros de anfitriones. Gracias por esta convivencia tan estupenda.

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