La verdarera situación del sector agropecuario cordobés

Hace unos días “La voz del Interior” publicó en tapa una noticia alarmante:

“En 8 años, Córdoba perdió 1 de cada 4 tambos” Las causas de esta situación serían para el periódico: “…La dificultades económicas, generadas por las oscilaciones de precios a la que está sometida la producción lechera en el país, es la principal razón por la cual la provincia de Córdoba perdió en los últimos ocho años el 25 por ciento de sus tambos”.

Con este recorte el mensaje parece obvio, la política Kirchnerista está destruyendo al sector lechero de la provincia y el país, llevando a la miseria a miles de familias tamberas.

La realidad es bien distinta. Y las causas esgrimidas por “La Voz” se ajustan a un periodo histórico anterior a la “tiranía Kirchnerista”

Hace aproximadamente un año realizamos un dossier sobre el tema (que paradójicamente acompañó la edición Domingo del 12 de octubre de 2008 de “La Voz del Interior”), la idea de aquel informe era rastrear las transformaciones sociales y económicas del Campo cordobés en los últimos 20 años, para poder tener un mapa de la situación actual de este sector, aqui voy:

En los últimos veinte años se produjeron profundos cambios en el sector agropecuario de la provincia, tanto en su zona pampeana (mayormente al sureste) como extrapampeana (al noroeste). Una investigación realizada en el marco del Programa de Estudios Socio Antropológicos Agrarios del Centro de Estudios Avanzados (CEA), dirigida por Luis Hocsman, estudió la extensión de la frontera agraria en Córdoba. A través de ese trabajo pudo conocerse de manera precisa que entre 1988 y 2002 se produjo un proceso de fuerte concentración económica y productiva en el campo cordobés: durante esos años desaparecieron 14.441 explotaciones, lo que significó una reducción del 36% del total existente en la provincia (una de cada tres dejó de existir), una disminución muy por encima del 24,5% que se registró a nivel nacional.

El investigador Guillermo Ferrer –integrante del equipo que dirige el ingeniero Daniel Cáceres en la Facultad de Ciencias Agropecuarias-, sostiene que en la década del `90 la poca rentabilidad y los altos costos fijos del sector puso a los chacareros pampeanos ante dos opciones: o aumentaban su escala de producción o desaparecían. “Algunos compraron, crecieron y se agrandaron. Pero en la mayoría de los casos arrendaron sus campos en términos muy desventajosos, o directamente los perdieron”

En este sentido, la concentración puede comprenderse además por la polarización que se produjo: mientras las explotaciones más pequeñas eran cada vez menos, las más grandes aumentaron su tamaño y fueron cada vez más. Las explotaciones de menos de 500 hectáreas se redujeron hasta un 51,7%. (con variaciones de acuerdo a la extensión), mientras que las de más de 1000 hectáreas aumentaron hasta un 31,1%

La concentración productiva ocurrió de manera paralela a otro proceso estructural: una agriculturización creciente de los campos cordobeses, principalmente a través del cultivo de soja, en detrimento de la producción ganadera (bovina, caprina y porcina) y del cultivo de algunos cereales y oleaginosas.

Esta agriculturización revela una modificación en el uso de los campos. Entre 1988 y 2002 se incrementaron un 56% los cultivos anuales y se redujeron los forrajeros (utilizados para alimentar los animales). La siembra de soja de primera aumentó un 99% y la de segunda (que se realiza más tarde) un 356% en ese período, con picos de aumento extremos en los departamentos Colón (8.815%) y Río Primero (8.412%) para la soja de segunda y en los departamentos Pocho (7.285%), Ischilín (22.612%) y San Javier (26.336%) para la soja de primera. La agriculturización también está vinculada a la fuerte reducción de montes y bosques, lo que llevó a la provincia a tener tasas de desmonte de entre un 5% y 9% anual, las más altas del país.

Cada caso en su lugar

Estos procesos de concentración y de agriculturización asumieron características específicas en las distintas zonas de la provincia. En una de las investigaciones realizadas por el equipo que conduce Luis Hocsman se dividió a Córdoba en cinco regiones, de acuerdo a las condiciones ecológicas y a las actividades productivas que predominaban. A partir de allí los investigadores analizaron cómo se modificó el uso del suelo en cada una de ellas entre 1988 y 2002. Esto permitió conocer las tendencias más generales de transformación de la actividad agropecuaria en los distintos departamentos.

La región I, denominada “Ganadera Extensiva del Noroeste”, fue históricamente ganadera, utilizándose como recursos forrajeros el monte y el pastizal natural. Allí se criaban bovinos de manera extensiva y vacas, cabras y cerdos para la subsistencia, en tanto que la agricultura era una actividad secundaria. Las transformaciones de los últimos años han llevado a una concentración de las explotaciones, dada por la desaparición creciente de los establecimientos de menos de 1.000 hectáreas (hasta un 51%, de acuerdo a la extensión) y un aumento de los más grandes (hasta un 84%) Simultáneamente, en esta zona aumentaron un 52% los cultivos anuales -lo que evidenciaría un avance de la agricultura- y un 162% los cultivos forrajeros perennes –lo que daría cuenta de un proceso de “bovinización”, en detrimento de la tradicional ganadería caprina-. Este aumento de la ganadería bovina habría ocurrido porque los sistemas ganaderos fueron siendo expulsados de las zonas donde actualmente se siembra soja y se trasladaron a estas zonas.

En la región II, llamada “Agrícola Ganadera Central”, existía una combinación equilibrada de agricultura y ganadería (para producir carne y leche). Como en el resto de la provincia, también se produjo una concentración productiva: las explotaciones de menos de 1.000 hectáreas se redujeron (hasta un 62% de acuerdo a la extensión) y las mayores aumentaron (hasta un 95%). Si antes ganadería y agricultura convivían de manera equilibrada, desde 1988 se incrementó la siembra de cultivos anuales (69%), disminuyeron los forrajeros (hasta un 60%) y se redujeron los montes y bosques (71%), lo que permite inferir un avance de la agriculturización, desplazando a los sistemas ganaderos.

La región III, llamada “Lechera del Centro – Este”, se caracterizó por un predominio de la actividad ganadera por sobre la agrícola, fundamentalmente a través de la producción tambera. Esta zona vivió transformaciones muy profundas. Por un lado se concentraron las explotaciones productivas, pero fundamentalmente se incrementaron los cultivos anuales (119%) y se redujeron los forrajeros y los montes naturales (un 86%), lo que permite deducir una notoria desaparición de explotaciones tamberas como contraparte del proceso de sojización de la región.

La cuarta región, denominada “Agrícola del Sudeste”, fue el sector agrícola por excelencia dentro de la provincia. Las principales transformaciones estuvieron relacionadas aquí con la concentración productiva, siendo la región en que más desaparecieron las explotaciones menores a 500 hectáreas (hasta un 69% de acuerdo a la extensión), mientras que las mayores de 2.500 hectáreas aumentaron (hasta un 77%) En términos productivos puede concluirse que se acentuó su perfil netamente agrícola, con un aumento de los cultivos anuales (29%) y una reducción de los forrajeros (hasta un 53%)

Por último la región V, designada como “Ganadera Agrícola del Sur”, se caracterizó por un predominio de la agricultura por sobre la ganadería (en una relación de 70 a 30). Aquí se produjo también un gran incremento de la concentración de las explotaciones: las menores a 500 hectáreas se redujeron (hasta un 57% de acuerdo a la extensión) y las mayores de 5.000 hectáreas aumentaron (hasta un 88%) Esta región vivió también el avance de la agricultura en detrimento de la ganadería extensiva bovina.

Lejos de una situación desesperada o asfixiante, el campo cordobés atraviesa en términos generales un período de acelerada expansión de los modelos de agricultura y ganadería empresariales y de creciente rentabilidad. Según la opinión del investigador Luis Hocsman, esto permite arriesgar algunas interpretaciones alrededor del conflicto ocurrido por las retenciones móviles: “No eran reales esas imágenes de catástrofe y de quebrantos que se difundieron durante esos días. El reclamo fue una cuestión claramente política: después de 15 años de desregulación absoluta, ciertos sectores se pararon frente a un intento del Estado de regular lo que pasa en el país. El foco del conflicto estuvo en el ámbito de la distribución del poder”.

La posibilidad de contar con una elevada renta, sin esfuerzo ni riesgo, gracias a las grandes utilidades del sector y al crecimiento de los pooles de siembra, produjo que en los últimos años muchos propietarios se trasladaran hacia las ciudades intermedias y abandonaran el trabajo en sus campos. Según Hocsman, esta masificación del arriendo de tierras a grupos financieros trae aparejado un peligro ecológico que atenta contra el propio patrimonio de los rentistas: “Cuando los propietarios eran los productores directos, cuidaban su tierra, allí donde iban a vivir y de la cual vivirían sus hijos y sus nietos. Ahora no pasa eso, ya que se ven despojados de esa posibilidad de control”.

En la zona extrapampeana el campesinado fue el sector más golpeado durante los ‘90. Según explica Felicitas Silvetti, –otra integrante del equipo dirigido por Cáceres en la Facultad de Ciencias Agropecuarias- este sector obtenía ingresos a través del trabajo extrapredial en otras regiones, que fueron disminuyendo en la medida en que se incorporaron tecnologías intensivas en capital, ahorradoras de mano de obra. Ya a comienzos de la década actual se vieron afectados por otro proceso: en la medida en que los grandes productores sojeros o ganaderos necesitaron incorporar tierras, las familias campesinas se vieron presionadas para abandonar sus tierras a través del engaño, el abandono de las instituciones públicas y, en muchas ocasiones, a través de la violencia privada o estatal.

Es por eso que puede afirmarse que en la reconfiguración de los actores del campo cordobés tampoco estuvo ajeno el Estado. La abogada Mariana Romano, que investiga junto a Luis Hocsman en el CEA, sostiene que el Estado provincial no está teniendo una política tendiente a defender a los pequeños productores, que han quedado en gran desigualdad de condiciones con respecto a grandes empresas agrarias: “La pregunta es si su omisión tiene que ver con no decidir una política a favor de los pequeños productores o con decidir apoyar claramente al modelo agroexportador vigente”, analiza.

El resurgimiento del campo fue posible en buena medida a la devaluación del peso y la pesificación de las deudas. La creciente demanda de materias primas por parte de potencias emergentes como China e India y el impulso -principalmente de Brasil y Estados Unidos- a la producción de biocombustibles, generaron las condiciones para que se volcaran al campo gran cantidad de capitales especulativos que vieron allí un lugar seguro para resguardar sus inversiones, ante el cada vez más incierto escenario financiero mundial. Esto posibilitó el aumento constante del precio internacional de los alimentos, entre los que se destaca la soja y sus derivados.

También la introducción y masificación del paquete tecnológico de la siembra directa -que incluye el uso de agroquímicos y de semillas transgénicas- y los altos márgenes de rentabilidad favorecieron el surgimiento o la proliferación de nuevos actores en el campo.

Uno de ellos el contratista de servicios, cuya presencia se ha extendido en los últimos años. Como señala María Franci Álvarez, “el productor que trabaja su tierra, con maquinaria y capital propio, ha perdido peso relativo en la producción. En el nuevo patrón organizativo el eje estratégico del negocio no es más la propiedad de la tierra, sino la capacidad para organizar y coordinar una red de contratos”.

Otros actores que han ganado terreno en los últimos años son las grandes empresas agrarias y los pooles de siembra, atraídos por los altos márgenes de ganancia, por lo general superiores a cualquier otra actividad productiva o financiera. Mariana Romano explica que “en el noroeste cordobés actualmente los actores fuertes son las sociedades anónimas que hacen ganadería a gran escala, dado que son desplazadas de otras zonas por la agriculturización. Y en el norte están las empresas sojeras. Sobre la base de los conflictos de tierras que se han sucedido puede verse que estos nuevos actores provienen del exterior o de distintas localidades de la región pampeana”

Estas son las verdaderas causas, y no la falta de rentabilidad, reglas claras y demás zarazas sostenidas por La Voz del Interior, de que en Córdoba se hayan reducido en un 25 % los establecimientos tamberos y, en el mismo proceso, se incremente la producción de leche en un 17 %.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

impecable el análisis desde el punto de vita técnico puedo tener alguna que otra pregunta desde el punto de vista político ya que hablar de la época de los 90 connota algo que en rigor de verdad no es cierto, como si fuera el proceso privatizador la principal causa de los problemas agrícola ganaderos en la provincia. Tengo la impresión de que comenzó antes con otras medidas de neto corte local que fueron despejando el camino para luego a partir del 92 cuando empezó el proceso privatizador, cierta base ya estaba lista para arrasar los campos.
En rigor de verdad no se vió según el mismo artículo describe ese tipo apegado a la tierra que la defendiera para que vivan sus hijos y nietos todos decidieron arrendar sin condiciones y dedicarse a la renta y a hacerse ricos.
Fuera de eso que es una humilde opinión, el estudio es clarísimo a fin de afirmar algo que vengo sosteniendo lo cual es que en Córdoba sea el gobierno que sea (de cualquier partido) acá se gobierna para los ricos, y no les importa el pequeño productor. saludos post para guardar.

CONVICCIONES PARA UNA INICIATIVA POPULAR dijo...

Felicitaciones por este post, MB, para difundir y dar a conocer datos desconocidos por muchos desprevenidos y distraidos. Saludos, cumpas del sudeste cordobés.

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