lunes, 30 de agosto de 2010

Arturo Grandal, alcalde de Salvaterra do Miño, o cuando manda un ceporro.


Tras mi corto periodo de vacaciones, hoy me he vuelto a incorporar a mi puesto de trabajo. No fue muy duro, pues con una semana de descanso no se desconecta gran cosa. El caso es que, cuando estaba tomando el cafecito del mediodía, me pongo a leer la crónica de la “LI Festa do Viño do Condado” que publica en el día de hoy el Faro de Vigo, de las manos del periodista Gabino Porto.

En dicho artículo se describe lo bien que fue la fiesta, lo que se comió y bebió en ella (vino, por supuesto), las aventuras y desventuras de diferentes personas que asistieron y el nombramiento de fulano o mengano como cofrade, entre ellos el gran periodista de Faro de Vigo, Fernando Franco. También, finalizando el mismo, aparece una reseña con los discursos de diferentes políticos y cargos que asistieron.

Aquí es donde me quedé anonadado. Leí la siguiente frase: “…tuvieron lugar varios discursos institucionales, en ellos el alcalde de Salvaterra, Arturo Grandal, pidió al gobierno un cambio en la tasa de alcoholemia para los conductores “para igualarla a otros países europeos” y recomendó que se pase de 0,25 al 0,50 “como en Portugal y Francia”…”

Evidentemente, este individuo, por no llamarle otra cosa, seguro que quiso conseguir un aplauso fácil (me lo imagino, en el acto, vitoreado por legiones sedientas de vino), pasándose por los mismísimos uno de los grandes cánceres que, todavía, hay en nuestras carreteras y que es es el binomio alcohol-conducción.

Pero ahí no quedó la cosa, pues mi instinto me decía que esa aseveración no era verdad. Y, efectivamente, tras una breve incursión por internet con mi iPhone, la verdad salió a flote. La tasa de alcoholemia en España, Portugal y Francia es la misma, 0,5 gramos de alcohol en sangre o 0,25 miligramos por litro de aire espirado.
El señor Grandal quiso hacerse el gracioso y el listo en su discurso de la “Festa do Viño do Condado” y demostró, una vez más, que es un ceporro, tan grande como el peluquín que lleva sobre su cabeza.

Mientras tanto, el Concello de Salvaterra do Miño seguirá en bancarrota.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es realmente lamentable el uso despiadado de la demagogia por parte de este tipo de políticos. No tiene ninguna gracia, si lo que pretendía era hacer un "chiste" en su discurso.

El descenso de los niveles permitidos de alcohol en sangre, así como la obligatoriedad del uso del cinturón de seguridad son los principales motivos del descenso de muertes en nuestras careteras.

Pero posiblemente el Presidente de la Diputación y demás elementos de alrededor le rieron la gracia.