lunes, 13 de septiembre de 2010

La muerte de Alfonso Ugarte según Dionisio Vildoso

Por Álvaro Sarco


Ningún parte de guerra sobre la Batalla de Arica menciona los pormenores de la muerte del Coronel Alfonso Ugarte. Así, la imagen de Ugarte lanzándose del Morro envuelto en la bandera peruana, la habría tejido sólo cierta leyenda popular o ulteriores remembranzas de variada fuente.

Pero hay una importante indicio ignorado o soslayado. Es el testimonio del Subteniente Dionisio Vildoso, trágico actor y espectador de tales hechos. Este patriota dejó un pormenorizado y vivo relato de la Batalla de Arica. En él se confirma plenamente las circunstancias de la muerte de Ugarte tal y como tradicionalmente se ha sostenido.

A continuación se reproducirá íntegramente el testimonio de Vildoso. La fuente puede encontrarse en el Centro de Estudios Histórico Militares del Perú (Archivo Rubén Vargas Ugarte); a disposición de quien desee confirmar la autenticidad del mismo.

Sobre Dionisio Vildoso existe una semblanza recopilada por Darwin Zarria de la obra "La Batalla de Arica" de Gerardo Vargas Hurtado, edición de 1921. Ella importa por la confirmación de las virtudes que adornaron a Vildoso, las mismas que le confieren credibilidad a su aludido testimonio.
__________


 SUBTTE DIONISIO VILDOSO

 Del Batallón "Granaderos de Tacna"

Hé aquí uno de los pocos sobrevivientes de Arica, cuya honrosa hoja de servicios es digna de ser conocida por quienes sentimos admiración y gratitud por los que se sacrificaron en defensa de la integridad nacional en la guerra con Chile.

Vildoso es, en efecto, uno de los pocos sobrevivientes que pelearon en el Morro de Arica, guiados por la espada de Bolognesi.

Cuando Chile nos arrastró a la guerra, Vildoso se hallaba en la Escuela de Clases de esta capital, dedicado al estudio de la carrera de las armas, por la que desde niño sintió vocación. Era, por entonces, jefe de este establecimiento el coronel don José Basso.

Después prestó sus servicios en el batallón Cazadores de la Guardia número 7, bajo las órdenes de los coroneles Alejandro Herrera y E. Bustamante, este último muerto gloriosamente en Arica el 7 de junio de 1880.

Pabellón peruano que flameó en Arica
Tacneño de nacimiento, Vildoso perteneció a la plana mayor del batallón Artesanos de Tacna, habiendo sido ascendido a la clase de subteniente pocos días antes del asalto de la plaza, en premio de sus relevantes servicios y competencia militar; pues era uno de los pocos soldados de línea que formaban en ese cuerpo, del que fueron dignos jefes el coronel don Marcelino Varela y el comandante don Francisco Chocano, el último de los cuales tomó el mando del batallón en la retirada de la batería del Este hacia el Morro, por haber caído gravemente herido el coronel Varela.

Vildoso peleó en las distintas etapas del combate, desde la retirada del "Este" hasta el "Cerro Gordo" y el Morro, donde cayó prisionero, salvando la vida milagrosamente en la carnicería de heridos y prisioneros a que se dedicaron los asaltantes.

De regreso de San Bernardo, se estableció en Arica como comerciante.

En este puerto gozó de estimación general; contribuyó a la fundación de la patriótica Sociedad Peruana de Beneficencia, de la que fué tesorero en los períodos presidenciales de los señores José Rey, José Ricardo Cornejo y Gustavo N. Pescetto.

Después se radicó en Mejillones (puerto vecino a Antofagasta), donde, como en Arica, gozó de prestigio social y comercial, y de donde acaba de ser arrojado por 105 desperuanizadores, para venir a respirar en la capital de nuestra patria los saturados efluvios de la libertad.
________


Testimomio del Subtte. Dionisio Vildoso sobre la Batalla de Arica





___________


Transcripción del testimonio de Dionisio Vildoso sobre la Batalla de Arica [1]

"Día memorable el 7 de Junio de 1880.

A la una de la mañana llega el jefe de día, coronel Marcelino Varela a la primera batería del este cerro gordo yendo a decir a los capitanes que en esta madrugada era el asalto. Él como jefe del Batallón de Artesanos de Tacna N° 27 guerra el que guarnecía la batería dio órdenes que tres compañías quedaran adentro, 1°, 2°, 3° y 4°, 5°, 6° salieran afuera para impedir que se nos encorralara. Una vez afuera las tres compañías nos desplegamos en guerrilla desde la puerta de la batería hasta el primer parapeto que queda entre el fuerte y cerro gordo y quedamos cada uno en su puesto esperando al enemigo.
El enemigo apareció entre oscuro y claro, más oscuro. En este momento rompen los fuegos los centinelas perdidos y se generalizó en las dos baterías. En un principio no nos hacían daño porque nosotros quedábamos en altura y nosotros en cambio les hacíamos muchas bajas y en estos momentos se nos viene un jefe chileno a caballo y lo vi desaparecer muy pronto. Él y el caballo después supe que era el comandante del 1° de línea San Martín. Conforme iba aclarando nos principiaron a hacer muchas bajas en nuestras filas y nosotros principiamos a retirarnos al primer parapeto de la coronación del cerro gordo, que también había otra trinchera a que nos sostenimos bastante rato. Ya íbamos quedando muy pocos, en esto llegan los coroneles Manuel C. de la Torre y el jefe de la plaza coronel Francisco Bolognesi y nos dicen hijos un momento más un momento más, y se dirigieron a una casucha que está al lado del parapeto donde estaban los aparatos de las minas. En esos momentos toman la primera trinchera que habíamos dejado la toman los chilenos, y también salen de la casucha los coroneles Francisco Bolognesi y de la Torre y nos dice hijos estamos perdidos no dan fuego las minas, y nos retirábamos para el morro. Bajábamos cerro gordo cuando subían refuerzos, parte del Batallón Iquique y parte del Batallón Tarapacá. Al mando del jefe de la 7ª división Alfonso Ugarte y el comandante Sáenz Peña, y el comandante Carrego. En este lugar nos unimos y seguimos haciendo fuego en retirada al morro para tomar posición del parapeto que está a la entrada del morro. Nos reconcentrábamos todos los jefes y tropa. Aquí se hizo el último esfuerzo, y aquí vi de muerto al coronel Ramón Zavala, y herido así vi al 1° jefe Marcelino Varela. En este grupo estaba el coronel Alfonso Ugarte que llegó momentos antes con su división a protegernos, de ahí nos retirábamos los pocos que quedábamos al centro del morro siempre haciendo fuego. Los chilenos avanzaban por ambos costados de cerro gordo y por la coronación del mismo. Llegamos al plano donde estaban los cañones. Yo llegué al mismo borde del morro y retrocedí inmediatamente al ver el abismo que no se veía más que el mar. Regresé a donde estaban los estanques de agua. De ahí veía detrás a mis compañeros al cuartel de los artilleros en compactos porque los chilenos venían muy cerca haciendo descargas cerradas al cuartel. En este momento dice un sargento de mi Batallón Fabio Corrales, primero, Vildoso el mayor Blondel está herido en el asta de la bandera. Me fui a verlo y era cierto. Lo vi de que estaba abrazado del asta y herido no pude prestarle auxilio porque este momento nos cruzaron los chilenos que venían haciendo una tremenda gritería y sigue la carnicería en el cuartel. En este momento aparece el coronel Alfonso Ugarte en su caballo con una bandera peruana gritando muchachos Viva el Perú y echaba las espuelas a su caballo y desaparece en el abismo. Mi compañero ya estaba herido y a mí me dieron un culatazo para hacerme botar el rifle y quedé prisionero desde este momento. Los chilenos seguían matando a los que se dentraron al cuartel y corría sangre por debajo del entablado porque el piso queda en alta. En esto llega el Coronel Manuel C. de la Torre a la plataforma de los cañones y lo veo que hace una maniobra y hace volar uno de los mejores cañones. En eso llega un oficial chileno, habla con el coronel y le dice que ya ha concluido y hasta cuándo siguen matando y gritando mueran los cholos. Unos cuantos minutos más empiezan a juntar los pocos que había por distintas partes y los que quedaban con vida en el cuartel, y nos hacen formar en hilera de a dos delante del cuartel. Yo calculo que habríamos entre todos 40 oficiales y tropa y nos hacen desfilar para la parte del sur. Ya sabíamos que era para fusilarnos porque ya sabíamos desde días antes que no teníamos cuartel.
Ya marchábamos por frente del cuartel y llegábamos a los cuartos de los oficiales. Veo con sorpresa a nuestro jefe de la plaza Coronel Francisco Bolognesi muerto y sin ropa exterior caído de espaldas, con un balazo en el pecho y el cráneo destrozado desde la parte de la ceja. Calculo yo que esta herida ha sido después de caído con la culata de rifle porque las dos bolsitas de los sesos estaban a 12 pulgadas de distancia del cráneo y estaban enteritas las dos bolsitas. Ahí mismo otra sorpresa. De un cuarto de los oficiales sale uno de los soldados chilenos con una caja de cartón bien grande y tira por encima del cadáver del coronel Bolognesi. Se destrozó la caja y se vacía un estandarte peruano nuevo, sin estrenar el estandarte. En ese momento el sol estaba en su apogeo y llegó a brillar. Yo vertí unas lágrimas muy tristes. Seguíamos la marcha para recibir el último premio por haber cumplido con nuestro deber con nuestra Patria. Nos hacen hacer alto en una pampita y veo que salen a caballo dos jefes, el mayor Salvo del ejército chileno y el comandante Sáenz Peña del ejército Peruano. A los 20 minutos estaba de regreso trayendo la noticia de que no se nos afectara. Inmediatamente nos hicieron marchar para el pueblo y al pasar por el costado de la iglesia vimos una cantidad de nuestros en las gradas de la iglesia que habían fusilado los chilenos. Nosotros quedamos en la Aduana presos hasta marchar a Chile en calidad de presos de guerra.

Dionisio Vildoso".

[1] Transcripción de Álvaro Sarco.