lunes, 8 de marzo de 2010

La mujer en el plan de Dios

Autor: Alberto Muller
Definitivamente la MUJER es sostén, piedra angular y soplo amoroso de ternura indiscutible en el plan de Dios.
Algunos estudiosos de las escrituras interpretan como una gran metáfora literaria la referencia bíblica de que la mujer salió de la costilla del hombre. Y su significado real pudo haber sido, según dicen, que sin su presencia al hombre le faltaría fuerza y equilibrio moral para mantenerse en pie.
Uno de los temas más importantes debatidos durante el Siglo XX que estamos todavía despidiendo, es la inserción de la mujer en la historia contamporánea. Unos ubican el despertar de la mujer en el enciclopedismo del siglo XVIII y el igualitarismo que generó la revolución francesa. Pero otros no pasan por alto que durante el Renacimiento y la Edad Media, manos de mujer amasaron parte de la producción artesanal que dió impulso al desarrollo de la vida. Y los de tendencia más creacionista insisten que con fecha anterior, de acuerdo a los relatos de algunas leyendas anticotestamentarias, una hermosa mujer llamada Eva caminó junto al hombre para tentarlo a vivir en la pasión íntima del amor en pareja.
Pero ahora que estamos realmente en el Tercer Milenio, la mirada bien podría posarse reflexivamente en esas horas maravillosas de luz y respiros de vida en el pesebre de Belén que, hicieron culminar el maravilloso misterio del nacimiento del hijo de Dios bajo el carisma sublime que descansa en la lealtad amorosa de María, como madre y mujer.
Para muchos creyentes cristianos, María además de ser la madre de Jesús, es la mediadora por excelencia entre Dios y la humanidad. Otros la consideran simplemente la Madre de un profeta excepcional. Y los no creyentes la miran como una bondadosa mujer que carga con humildad sus dones de vida.
Pero vale la pena que hablemos un poco de esa mujer única en la historia que supo ser Madre a la hora de la luz en un pesebre rodeado de pobrezas...y no dudo en seguir siendo Madre en la hora oscura y tenebrosa del crimen horrendo, al pie doloroso de la crucifixión de su hijo.
“Hágase en mi la voluntad, según el designio de la palabra de Dios”. Esa fue la disposición de María desde el instante que recibió el encargo angelical de su difícil misión salvífica y mediadora. No dudó un instante. Aceptó el inmenso e infinito rol de Madre de Jesucristo con exquisita feminidad.
Y eso permite que ciertos humanistas y teólogos la señalen como precursora admirable de los derechos de la mujer. Si aceptamos esta opinión audaz con suficientes elementos valederos de historia, entonces es ineludible que María, madre y mujer, se coloque en el epicentro de la historia de la humanidad.
Inclusive, algunos teólogos del protestantismo ante la evidencia epicéntrica de María, madre de Jesucristo, están revisando la necesidad de aceptar su importancia humana en la historia de la salvación.
No podemos dudar que uno de los fenómenos más apasionantes y misteriosos de la modernidad, junto a la avanzada técnica del desarrollo, es la aparición de María, Madre de Dios, en distintos escenarios geográficos del planeta tierra.
Millones de fieles peregrinan permanentemente por Lourdes, Francia; por Fátima, Portugal; por Medjugorie, Yugoeslavia, entre otros rincones del mundo, para dejar testimonio de agradecimiento ante esta simple y bondadosa mujer que bendijo con su presencia estos santos lugares.
María, la madre de Jesús, es el más inspirado testimonio de la mujer en el plan de Dios.

"Hagámonos imitadoras de María, la mujer por excelencia, aquella que supo abrir su vida al ese plan maravilloso de Dios para la mujer, acoger y cuidar la vida, envolverla con amor entrañable, aquel amor que solo nosotras podemos dar al igual que el Dios Padre-Madre, pero como dice el recordado y amado Papa Juan Pablo II "... pero sobre todo es Madre"... Feliz Día Internacional de la Mujer".... La suor che ama a Dio

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