domingo, diciembre 18, 2005

Los amantes de Pont Neuf


Reconozco que no había visto este clásico reciente. Los amantes de Pont Neuf, película de 1992 del francés Leos Carax protagonizada por Juliette Binoche y Denis Lavant podría ser el despliegue de una gran impostura cinematográfica, la planificación meticulosa de una broma intelectual, o bien el resultado ineluctable del cine sobre el vacío al que se vería abocado un director francés en plena histeria posmoderna. La historia, la narración, el nudo de cosas, es del todo inverosímil: él es un clochard (vagabundo) al uso que vive en el Puente Nuevo (Pont Neuf parisino) y ella, la Binoche, es otra vagabuna misteriosa que tiene un ojo emparchado y que pinta retratos. Como podría ser de esperar en una peli francesa que transcurre entre vagabundos que viven en un antiguo puente parisino, todo resorte lógico para sostener y engrasar la narración ha desaparecido, y los personajes, que poco a poco se van envolviendo en la magia un poco absurda del "amor fou", actúan sin que se sepa muy bien por qué, al arbitrio de gestos, palabras y reacciones que pondrían de manifiesto lo animal de las almas libres que viven al otro lado de la sociedad. Es decir, una nueva versión francesa del minimalismo narrativo y la inflación del signo: metáfora, belleza, emoción. Ella persigue por el metro a un antiguo amante, y cuando lo encuentra le pega un tiro. Él vive en el puente (que está cerrado al tráfico por obras de restauración), toma tranquilizantes para dormir y de vez en cuando se emborracha. Al principio todo es hirientemente realista y sucio, pero, ¡trampa!, poco a poco la historia se va llenando de luces de postal, de música de café y de algún que otro diálogo seco de esos tipo "aquí no hay amor. El amor se hace en los dormitorios" o "necesito pintar tu rostro".

Cuando la Binoche y el Lavant (que por cierto va de galán feo, abrupto y desencajado) se enamoran, la historia entra una especie de delirio-pastel en el que la pareja de amantes locos se dedica a hacer el amor en la playa, volver a París y robar a señores de todo pelaje sin que éstos se den cuenta, y acumular un dinero que Lavant verá como peligro para el amor entre ambos (el vagabundeo, el puente protege el lazo indómito que los une. Pura ideología). Efectivamente, se desvela parte del secreto. Ella, pintora que estaba perdiendo la visión, era la hija de un conocido militar. El Estado, la República, se encarga de poner carteles por toda la ciudad con su cara, anunciando que un cirujano tiene el remedio para curar su vista. Ahí Lavant ve la tragedia: que el sistema devuelva a la Binoche a su hábitat de burguesía normativa y destruya su amor libre, loco y vagabundo. El se encarga de quemar los carteles en metros desiertos y calles intransitadas. Todos arden, las llamas consumen su rostro. Oh fuego que consume el amor. En las quemas, un hombre muere. Ella, como todos podéis imaginar, se pira a curarse. Y en el Pont Neuf parisino escribe algo así como "Nunca te amé. Olvídame". Y él, que guardaba una pistola, cuando lee el mensaje exclama: "Nadie puede enseñarme a olvidar". Y se pega un tiro en un dedo. En fin. Él ingresa en prisión, y dos años después aparece la Binoche en la cárcel, diciendo que él se le aparecía en sueños. De modo que él sale de la cárcel, y ya, dos burguesitos reinsertados, se van otra vez al puente, se emborrachan como en los viejos tiempos, se tiran al Sena (obvio, es de manual) y acaban siendo rescatados por un barco que se dirige al Atlántico. Y allá que se van los dos. Que se pudra París. Dicen mientras el barco se aleja. Risueños, amantes y locos.

Jooooder. Vi la película con un amigo que no paró de despotricar de la "nadería" francesa y la tomadura de pelo posmoderna, pero debo romper una lanza a favor de la película. Es bonita. Es fuerte. Es decir, que siendo una osadía, un pastiche, un mero juego artificial, se puede ver y se puede disfrutar dentro de determinado código: aquel que está tejido por los signos, que olvida la realidad a contar para jugar en el campo del artificio y sólo del artificio. Carax parece querer decirnos que su película es un engaño, pero un engaño hermoso al fin y al cabo, y que toda estética juega la misma partida, que todo film es engaño y que él se atreve a poner de manifiesto la artificiosidad de la ficción. El Puente, París, los clochard, los estereotipos, la falta de argumento sólido son su argumento. En otras palabras, los gestos, el puente, los rostros, los signos... se cuentan a sí mismos. Por más que quería, no lograba recrear la misma historia en Madrid, junto al Manzanares, en español y sin la Binoche.

10 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Que cine mas rancio y antiguo ve el autor de esta sabia página. Bueno, de todas maneras el ha sabido como siempre hacer una excelente exegesis. ¿Para cuando nuestro urogallo favorito escribiendo en Cahiers de Cinema?

3:04 p. m.  
Blogger antonioasencio said...

Jajaja, hombre, yo con escribir cuatro párrafos mal pagados en cinemanía me conformaría. Pero tú sigue así, sigue con tu cruzada logofóbica que animas este gran proyecto totalitario del blog del autor. Ya sabes, el Autor. Terminautor.

5:24 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

¿Has leido alguna vez lo que escribes? Recupera el pudor. La intimidad es algo que deberias intentar cuidar. Sin ella, tu proyecto de descentralización de tu mismidad resultara inalcanzable. ¿Porque no estableces un puente entre tu escritura y tus emociones? ¿Porque no pruebas de escribir en un libreta sabiendo que nadie va a leerte? Prueba de convertir tu narración en un acto de legitimidad.

1:54 a. m.  
Blogger antonioasencio said...

Pues porque si mi escritura fuese legítima, por ejemplo, y privada, no podría leer tus críticas ni tenerte por aquí. Intruso.

2:11 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Pero tal vez tus emociones serian mas verdaderas...

9:10 p. m.  
Blogger antonioasencio said...

Lo verdadero... oh adjetivo que limpias el pecado del mundo, la mentira de la faz de los textos, que haces guardar a las palabras secretos íntimos y últimos. Ahora hay que ser ausónico y ponerle una compresa a la escritura, la higiene de lo público sin lo nuestro, sin nuestros olores, ni dolores, ni pensamientos. Ese pensamiento sí que es totalitario. Pienso seguir contaminando, intoxicando, fumando, corrompiendo el idioma y el tiempo. Por ahí me paso yo la intimidad... Porque, además, ¿quién te ha dicho a ti, MDD, que yo no tengo otra capa, que no tengo otras palabras, otras ráfagas tras estas que ves? ¿Y si te quedaste sólo en la capa?

9:46 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Como te pasa frecuentemente, otra vez te has quedado sin entender nada. He dicho que estaría bien que conectaras con tus emociones. Solo he dicho eso. Todo lo demás sobraba. Tal vez la verdad sea un camino que deba recorrerse mas de una vez. Piensa en eso. Y no te sulfures. La ira guardala para tu alcalde. Para mi, guarda rosas y vino.

11:45 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo pienso que lo importante en todo esto es a final de cuentas la comunicación, respecto a los comentarios anteriores me parece que no vienen al caso, comunicar que existe buen cine, buen cine frances, buen cine de cualquier tipo es el fin de éste blog ... A mi la película me pareció buena, un tanto alocada, muy diferente a lo que había visto antes, lo único que me resta decir es que la vean, cada quien tiene su manera de ver y de interpretar el mundo, pienso que vale la pena verla.

4:19 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Mark Twain dijo una vez:
Un critico es alguien que sabe el camino pero no manejar el auto.

Comencé leyendo el comentario y pasé directo al final, como una novela de Supermercado.

Me pareció un artículo denso y petulante, del que rescato sólo el final, que leí varias veces porque me pareció inspirado:

"Por más que quería, no lograba recrear la misma historia en Madrid, junto al Manzanares, en español y sin la Binoche."

2:26 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

JA dijo:

La película es una gozada sencillamente. Hay que saborearla, con cuidado. Como las buenas obras de arte.

6:18 p. m.  

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