Vox horrísona, apuntes sobre una edición


Según un documento entregado por Max Hernández Camarero, hermano mayor del poeta por cuatro años, el contrato de publicación de la segunda edición de Vox horrísona se firmó entre los albaceas y Ernesto Mora –en representación de Punto y Trama ediciones- el 1 de diciembre de 1983. En uno de los párrafos del acuerdo se indica: «el título de la obra será Vox horrísona, respetando la voluntad última de autor, y deberá presentar como carátula el mismo diseño que el autor hiciera para la primera edición de 1978», con lo cual quedó allanado el camino para la publicación del libro que, a la fecha, año 2008, aún puede considerarse como la mayor recopilación de poemas de Hernández que se pueda haber impreso alguna vez.

Aquí primero, una nota del diario El Comercio donde aparece el editor de la publicación junto a los cuadernos de LH que usó en esa ocasión. Luego la trascripción de la edición que en este Vox horrísona se hiciera de la entrevista que Alex Zisman realizara a LH en 1975 para el diario Correo. Ésta apareció el sábado 7 de junio en la p. 11 de dicho diario de circulación nacional[pues no fue el 5 de ese mes ni tampoco lo hizo en una revista argentina tal como hasta hoy en día muchos han creído y repetido].



[Nota del diario El Comercio, 1987]



***


La cultura en crisis: escritores*

Luis Hernández: el arte de la poesía

/Alex Zisman


¿Cuál es tu relación con el poema?

—No sé. No puedo explicar.

¿Pero, qué te motiva a escribir un poema?

—[Pausa larga]. Nada.

¿Y cómo aparece?

—Escribo.

¿Pero, por qué escribes?

—No sabría por qué, palabra, mentiría si te dijera que sé por qué. No sé.

¿Pero tienes necesidad de escribir?

—Necesidad no.

¿Pero gustas de escribir?

—Tampoco.

¿Y por qué lo haces?

—No sabría cómo explicarte.

¿Pero lo haces casi todo el tiempo?

—Casi siempre. [Pausa]. Diario.

Diario, ¿pero sin horas determinadas?

—Sin horas determinadas.

¿Ni que las horas determinen el tipo de las cosas que escribes?

—No, nada de eso. Sería terrible eso.

En tu poesía hay una referencia al mar y al sol como elementos que priman...

—Ah, ya, por no pensar otras palabras. Con eso basta. Es un material temático cromático. Nada más. O sea como siete colores, que son: el mar, el azul, el sol, el cielo, la neblina...

¿La neblina también?

—Claro. Esos los uso para hacer todos los poemas.

De vez en cuando ocurren unas variantes...

—Claro, muy pequeñas...

Cuando escribes, ¿no corriges?

—Nunca.

¿Tienes el poema antes de escribirlo o va brotando?

—Va brotando, justo así sale.

¿Siempre escribes con letra de imprenta?

—Sí. No, y a veces la otra.

¿No corresponden a diversos poemas?

—No. Corresponden más bien a demostrar que tengo dos letras. Es más o menos como... ¿tienes fósforos?

No.

—Tengo un truco con los fósforos más o menos como eso; o sea por fundir, diría.

¿Y los colores que usas para escribir?

—No. Es razón de encontrar. Ahorita no hay ni uno por acá; no puedo escribir.

¿Siempre tienes que escribir con plumón...?

—No.

...¿O con tinta mojada? ¿Por qué con tinta seca nunca?

—No sale bonita la letra.

¿Pero tú crees que la letra determina el poema?

—No, pero leerlo sí.

O sea que el poema es también una incorporación estética.

—No, sino que como no publico tienen que ser cuadernos claros. Si no los entienden no los van a leer.

¿Hasta tal punto crees que llega la tinta seca?

—Sí, es feísima.

Entre tus poemas, citas partituras musicales y a poetas extranjeros. A veces incorporas frases en francés, alemán o inglés. ¿Qué relación tiene ello con lo que escribes? ¿Crees por ejemplo que al escuchar una pieza musical ella determina la creación del poema?

—Esa es una buena respuesta. Podría ser, ah... Además que el inglés y el francés son muy bonitos.

¿Pero cómo te afecta la lectura de un poeta extranjero? Tú decías que el poema que me mostraste hace un rato era una especie de proyección kitsch que tú hacías de Mallarmé para homenajearlo en vista de que lo considerabas casi un amigo. O sea que te permitías...

—Caricaturizarlo.

Porque habías establecido un nexo con él, porque lo considerabas casi un amigo.

—Sí.

—¿Cómo influye en tus poemas la presencia de otros poetas? Digamos Celan...

—De Celan nada. Es el antípoda mío.

¿Por qué?

—Por un solo poema que me gustó:

Estoy solo

Guardo la flor en el vaso de ceniza

Hermana boca tú dices una palabra

Que sobrevive como yo he soñado

Ante las ventanas y

Silenciosa asciende...

No me acuerdo qué más es. Está traducido.

Tú lo has traducido. Pero también has traducido otros, varios poemas de él...

—Varios.

A partir de ese poema que era el único que te satisfacía.

—Sí. Además porque... no sé...

¿Y Mallarmé? ¿Crees que tienes un nexo con Mallarmé?

—Sí, porque tiene en medio unas lecciones de francés e inglés muy bonitas...

¿Mallarmé, lecciones de inglés?

—Sí, sí, y de francés. Se llaman Les mots anglaises. No me acuerdo cómo se llama el estudio. Es un ensayo sobre el idioma inglés, casi un manual de inglés. Él me enseñó inglés poético. Yo leía a Mallarmé y pude leer a Poe, a quien había traducido Mallarmé. Gracias a Mallarmé me hice muy amigo de él. C’est la forme. Y después hay una parte de Mallarmé que es muy explotable, que es la parte del fauno y del misterio. Por ejemplo:

Esas ninfas

yo me voy a recordar

[«Preludio al atardecer de un fauno», una cosa así].

—Mucha gente me ha dicho que Poe escribía en francés. Parece que escribía en francés porque las versiones de Mallarmé de la poesía de Poe son mejores que los poemas de Poe. Es lo más admisible que hay. O sea es un gran maestro de las lenguas Mallarmé, casi un profesor de idiomas.

¿Cómo haces para ordenar tus libros?

—No los ordeno.

Pero veo que tienes títulos de diferentes libros que conforman una gran entidad que todavía no has publicado.

—Ah, mis libros que yo he escrito. Ah, ya. Esos son: Vox horrísona, que incluye toda la obra. Toda la obra es: Voces íntimas, Al borde de la mar, El elefante asado, Cinco canciones rusas, La avenida del cloro eterno, El sol lila, Los cromáticos yates, El estanque moteado, La playa inexistente. Esos son.

¿Cómo haces para determinar cada uno de estos libros? Tú dices que no sabes cómo

escribes...

—No.

¿Cómo estableces cuándo has completado un libro?

—Lo bueno es que los libros están tramados uno sobre el otro. O sea en un cuaderno hay partes de El elefante... partes de El estanque... y así...

O sea que primero escribes y después decides a dónde corresponde cada poema.

—Claro.

Pero mientras los escribes no sabes a qué corresponden.

—No. De hecho ya se sabe. Ponte uno con bastante humo y esas cosas, pertenece a La avenida del cloro eterno. Uno un poco azul es Los cromáticos yates. Si se me ocurre un poema, por ejemplo, extraño, es El sol lila. O sea van por derecho propio. A La playa inexistente van aquellos poemas que ni yo entiendo. Y no tengo ni la menor idea de lo que quieran decir, pero me parecen lindos en la forma de las palabras. O sea son ejercicios, casi.

¿De esos libros, cuál es el que tiene más poemas?

—¿El que tiene más poemas?... Es El sol lila.

¿Y La playa inexistente?

La playa inexistente tiene pocos.

¿Qué clase de poemas lleva El estanque moteado?

—Lleva poemas de misterio. Es una novela de misterio... Allí salen las figuras del Inspector, del Gran-Jefe-Un-Lado-Del-Cielo, la otra gran figura, y hay una tercera figura. Son tres personajes que viven. El Inspector es un inspector. El otro, el Gran-Jefe-Un-Lado-Del-Cielo, soy yo, es lo más seguro. No sé, una vez lo pensé, y creo que soy yo. Es lo más probable. O sea comencé a comparar al Gran-Jefe-Un-Lado-Del-Cielo con diversas personas y más se parece a mí que a otras personas. Entonces me parece autobiográfico, el Gran-Jefe-Un-Lado-Del-Cielo que le gusta ir al cine, que le gustan los bares, el aserrín y nada más. ¡Qué pocas cosas de la vida, oye! A mí lo que más me gusta en la vida es el aserrín, los bares, el mar y las esquinas y nada más.

¿Y la medicina?

—No. Es lo que me ha impuesto la sociedad —si quieres una frase bien usada, ¿no?—. O sea, no es mi manera de ser auténtica. Mi manera de ser es estarme en una esquina ocho horas, o si no en un bar, no forzosamente tomando, sino incluso mirando o huyendo del periódico, que no lo leo por supuesto. Me hubiera gustado mucho —tengo algunas aspiraciones— y, por ejemplo, me hubiera gustado mucho... De nuevo caí en lo mismo, nada, nada en especial. O sea nada me entretiene en especial.

¿Y la música?

[Pausa larga]. Es muy bonita.

Pero tú dijiste que te apasionaba.

—Sí.

¿No te entretiene también en cierta manera?

—No. Me apasiona, no me entretiene.

¿Podrías vivir sin la música?

—Sí, sin cualquier cosa. Sin nada podría vivir yo.

¿Pero no te gusta la música como te gustan las esquinas?

—No. De hecho, la cosa, la respuesta —eso es lo único de médico que tengo— es vivir, o sea no importa lo demás. Hay una película japonesa —dicen que es una de las mejores del mundo —, se llama Vivir. Lo único que me gusta es el título. Es el título más hermoso que he leído en mi vida.

Dime, ¿y qué son Las cinco canciones rusas?

—Son los cinco momentos del jardín. Son cinco salidas al jardín, a los quince años, a los veinte años...

¿Y El elefante asado?

—Es una época de mi vida aburrida.

Pero tú dices que en estos libros no hay una época por la manera en que combinan en tus cuadernos. O sea que más que una época...

—Una epoquita, claro, cuatro horas, cinco.

¿Y por qué has establecido este orden en los libros?

Orilla y Charlie Melnik, estos no me gustan.

No te gustan pero han sido publicados y galardonados.

—Y tantas cosas más. Las constelaciones tampoco me gusta. Voces íntimas me encanta. Al borde de la mar es precioso.

¿Qué poemas tienes en Voces íntimas?

—Los primeros poemas,

Nervio del serrato,

Nervio del deltoides,

Nervio del angular,

Yo soy aquel que dobla solitariamente

en las esquinas.

Esa es la época de Voces íntimas.

¿Y Al borde de la mar?

Al borde de la mar es extraño, extraño, extravagante casi, pero tan lúcido que yo diría es la lucidez, es la coherencia. La coherencia es la palabra. Toda la gente tiene que ser coherente en todo y nadie es coherente. La gente no quiere ser coherente, se engaña siempre. Si fuera coherente sería otra cosa, y todo sería como La avenida del cloro eterno o como El sol lila, o como Los cromáticos yates sería todo el mundo.

¿Cuál es el poema más representativo de Al borde de la mar?

Hoy das al mar de Agua Dulce

el único relato

solamente que en la playa

es tu cuerpo vencido

un tiempo

un tiempo de amor

Tan silencioso soy

que si yo hablara

brotarían a la vez de la luz

brotarían a la vez de las claras vertientes

Lima, mayo de mil

novecientos setenta y cinco.

¿Recién lo has escrito?

—No. He vuelto a escribirlo.

¿Lo vas poniendo al día?

—No, sino que como —te digo— escribir no es una cosa que me gusta muchísimo, rescribo mucho.

Escribes poesía porque...

—Porque es lo único...

¿Lo único que?

—Lo único que contesta, que hace que se sufra menos.

Pero tu poesía la tienes inédita. En ese sentido, escribir poesía para los demás causa casi el mismo efecto que estar parado ocho horas en una esquina.

—Oh, no, no.

¿Por?

—Porque yo sé que no habiendo editado nunca los libros de poesía es mejor.

¿Por?

—No respondo.

¿Y entonces cómo crees que la poesía puede aliviar el sufrimiento digamos, si se mantiene inédita y no es asequible a nadie?

—Yo hablaba de la vida. No soy tan orgulloso de creer que cuatro estupideces alivien el sufrimiento de nadie. Ni cuatro tonterías que he escrito. No, eso sería una vanidad espantosa.

Pero tú decías que la poesía en sí...

—Yo decía la poesía pero estaba hablando de la vida.

Claro, pero lo que tú haces, tu vida, tu poesía, también forman parte de esa vida, de esa poesía.

—Uno hace con su vida lo que quiere y haga lo que uno haga, nunca hace nada. Porque hagas lo que hagas las cosas son como son. O sea que cualquier movimiento, cualquier cosa que escribas no es nada. Las cosas suceden igual, sin ti o contigo, escribas o no escribas, hables o no hables, eso es la gran verdad; nada más.

¿Dentro de ese contexto, qué rol juega La playa inexistente?

—Yo conozco mucho a los seres humanos, mucho, mucho. Mucho. Y a veces para no pegarles unas cuantas patadas, unos cuantos puñetes, y quizá cosas más graves, escribo unos cuantos poemas, me voy a La playa inexistente para que en cierta manera ellos no sean ofendidos físicamente. Esto sería una de las explicaciones de este poemario. Es bien gangsteril, lo sé, pero es la verdad.


*Nota de compilador: la versión original de la entrevista publicada en el diario Correo, más no la de Vox horrísona, cuenta con un gorro al inicio. Asimismo, se publicó una segunda parte el sábado 14 de junio. Ver: sección blancos sobre negros: documentos de La armonía de H. Vida y poesía de Luis Hernández Camarero.