jueves, 1 de abril de 2010

Gregorio Fernández, el más grande

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Si hay algún autor que representa el espíritu de la Contrarreforma católica de Trento, ese es Gregorio Fernández.

La combinación de realismo naturalista como el refinamiento de sus anatomías crea unas figuras que muestran un hondo sentir, un dramatismo alejado de la morbosidad de la sangre o del sufrimiento exagerado. La fuerza de la expresión recae en rostro y manos mientras los cuerpos, magníficamente modelados, buscan más mostrar la perfección técnica y anatómica.

Para reforzar este naturalismo, este patetismo, Fernández utiliza técnicas propias de su momento como son postizos muy variados, desde vidrios en ojos hasta corcho para crear sangre coagulada. Igualmente, viste a sus figuras con amplias vsteiduras que permiten modelar los cuerpos de manera más rotunda.

El abandono del oro, de las técnicas de esgrafiado y del estofado, la vuelta a colores más naturales y menos brillantes dotan a sus obras de un mayor realismo y cercanía al espectador.

1616 es una año clave en su producción.
Bajo el valimiento del Duque de Lerma y en un periodo de paz en el Imperio, los encargos se sucedían con rapidez. Para este año le encargan la realización de la Piedad entre los ladrones, actualmente pieza clave del Museo Nacional de Escultura del Colegio de San Gregorio en Valladolid. Encargada por la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias de Valldolid, es quizás uno de los conjuntos escultóricos más impresionantes del barroco, no sólo español sino europeo.

"El grupo central, en el que se encuentra la Virgen y Jesús, está compuesto en diagonal. La Virgen eleva el brazo derecho en señal de dolor, mientras con su mano izquierda sostiene al Hijo, que se apoya en su regazo. Ambos están tratados con belleza y elegancia, mientras que los dos ladrones suponen un magnífico estudio anatómico. Dimas, el bueno, tiene una actitud serena y su rostro, tranquilo, se dirige hacia el grupo central. Gestas, el malo, con el cuerpo más crispado, el pelo agitado y un rostro desagradable, tiene la cabeza vuelta hacia el espectador." (ArteEspaña).






¿No es el rostro de una madre ante el sufrimiento de su hijo muerto? ¿No implora, exige, explicaciones mirando hacia el Altísimo? ¿ No es el gesto exhausto, final, del Cristo, expiando con sus últimas fuerzas la voluntad de Dios Padre, pero transido por el dolor?. Más allá del modelado hay un profundo sentimiento humano y religioso en esa obra.

Igualmente, son espectaculares sus Cristos yacentes y sus pasos procesionales -Tengo sed (1612) y Camino del Calvario (1614), pertenecen a su primera etapa, apreciándose ya la madurez de su estilo en el Descendimiento (1623)-, unos por el maravilloso estudio del cuerpo de Cristo en el trance de la muerte; otros, por los magníficos conjuntos y las arriesgadas composiciones que muestra en ellos.






Lo que yo os planteo aquí es que en vuestro blog hiciéseis un comentario de esta obra siguiendo los parámetros de análisis planteados en clase.

La práctica es la esencia del éxito.

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2 comentarios:

Saperlipopette dijo...

javier, ahí está el maldito ladrón que me pegó un susto el año pasao en clase con una diapositiva... tu blog sigue avanzando
=)

itzar dijo...

esto es porno ... O pedofilo¡¡¡ como eso catolicos curas padres¡¡¡

How do you say in English...?

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