domingo, 19 de julio de 2009

Sobre La Ayuda Mutua, en la pareja.

Apenas hace unos días, comentaba en un foro de parejas y matrimonios amigos sobre La Confianza y El perdón. En esa charla, enfocaba ambos temas partiendo desde el individuo o la persona (me gusta más este término), y como es obvio, procuraba retratar la evolución de la persona desde su más tierna infancia, hasta su integración en la familia, ciudad, colegios, grupos, trabajos………….en resumen, en la Sociedad. Por lo tanto, bien en “La Confianza”, como en “El Perdón” se estudiaba a la persona.

Antes de de entrar a comentar de lleno, el tema del enunciado, quiero hacer tres consideraciones:

1.- La Ayuda Mutua, entre compañeros, familias, grupos afines, grupos de estudio, de trabajo, socio-culturales etc., entiendo, suele partir de una base y que no es otra que “hacer lo conveniente por el buen fin del proyecto que se tiene en común”. Para ello, es muy importante sentar muy bien esa base, con unas reglas aceptadas y donde cualquier persona que sea parte bien de la familia, grupo, o colectivo se encuentre lo suficientemente motivado para cumplir con su función en el día a día y sin dejar de sentirse importante y parte de esa pareja, grupo o colectivo. Lo cual, no es fácil, ya que siempre está la “persona”, el ser humano, con sus dudas y “fobias”.

2. No se concibe tampoco, sin algo tan importante como la Solidaridad.
La palabra solidaridad proviene del sustantivo latín soliditas, que expresa la realidad homogénea de algo físicamente entero, unido, compacto, cuyas partes integrantes son de igual naturaleza.
La teología cristiana adoptó por primera vez el término solidaritas, aplicado a la comunidad de todos los hombres, iguales todos por ser hijos de Dios, y vinculados estrechamente en sociedad. Entendemos, por tanto, que el concepto de solidaridad, para la teología, está estrechamente vinculado con el de fraternidad de todos los hombres; una fraternidad que les impulsa buscar el bien de todas las personas, por el hecho mismo de que todos son iguales en dignidad gracias a la realidad de la filiación divina.
En la ciencia del Derecho, se habla de que algo o alguien es solidario, sólo entendiendo a éste dentro de «un conjunto jurídicamente homogéneo de personas o bienes que integran un todo unitario, en el que resultan iguales las partes desde el punto de vista de la consideración civil o penal». Dentro de una persona jurídica, se entiende que sus socios son solidarios cuando todos son individualmente responsables por la totalidad de las obligaciones. Para el derecho, la solidaridad implica una relación de responsabilidad compartida, de obligación conjunta.

La Doctrina Social de la Iglesia, entiende por solidaridad «la homogeneidad e igualdad de todos los hombres y de todos los pueblos, en todos los tiempos y espacios; hombres y pueblos, que constituyen una unidad total o familiar, que no admite en su nivel genérico diferencias sobrevenidas antinaturales, y que obliga moral y gravemente a todos y cada uno a la práctica de una cohesión social, firme, creadora de convivencia. Cohesión que será servicio mutuo, tanto en sentido activo como en sentido pasivo». Podemos entender a la solidaridad como sinónimo de igualdad, fraternidad, ayuda mutua; y tenerla por muy cercana a los conceptos de «responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación, participación» .

3. Comenzar desde la infancia. La cooperación y ayuda mutua ha de enseñarse desde las primeras edades, porque el niño, por su propio egocentrismo tiende a quererlo todo para sí y no compartirlo con nadie, pero cuando empieza a realizar acciones a favor de los demás, su egocentrismo inicial cede el paso a la conducta gregaria y cooperadora.
El reforzamiento por el adulto de los comportamientos favorables a una relación de ayuda entre los niños, es uno de los elementos principales en el surgimiento de emociones que acompañan los encuentros cooperadores, y el pequeño, por lograr la aprobación del adulto, va poco a poco manifestando cada vez más aquellos comportamientos que se les refuerzan como positivos en sus relaciones con los demás, como es la ayuda mutua.

Hasta aquí, hemos tratado ciertas generalidades y que afectan tanto a parejas, grupos, colectivos, sociedades etc. Ahora, haciendo caso al enunciado del tema, nos vamos a centrar en lo que hemos titulado……..

“La Mutua Ayuda, en La pareja ó en el Matrimonio “

La Biblia expresa entre otras cosas: “Y dijo: Por esto el hombre dejará padre y Madre y se unirá a su mujer y serán una Sola Carne” Mt. 19:5. Este Versículo nos da la Idea de hasta donde llega la responsabilidad del hombre, del hogar, la pareja….

Antiguamente existía una gran complementariedad funcional entre los cónyuges, aunque no podemos negar que se fundamentaba en una relación asimétrica, donde el hombre ostentaba el poder oficialmente y la mujer estaba sometida a sus directrices. Las normas sociales, aunque injustas, establecían las conductas de cada uno y las dependencias. Lo cierto es que la mujer reinaba en la casa y el hombre en la calle; es decir, el gobierno de la familia, aunque pareciera lo contrario, lo llevaba la mujer, mientras que el hombre aportaba, por lo general, los recursos económicos para sustentarla, sin obviar las aportaciones de la mujer con sus trabajos fuera del hogar. Habitualmente, la mujer fue superior al hombre en capacidad para sustentar la casa y educar a los hijos. Su función nutriente, protectora y educadora se elevaba hasta el propio marido. Si bien, el hombre mantenía que en su casa mandaba él, se solía apostillar “cuando no está mi mujer”. Por tanto la mujer daba solidez funcional a la casa, mientras el marido mantenía cierto prestigio social en la familia.

El hecho es que se producía una interdependencia que forjaba lazos de gran solidez entre los cónyuges. Esto no quiere decir que fueran ideales, más bien al contrario. El hombre era una nulidad en las labores de la casa; no lavaba, fregaba, cocinaba, compraba, cosía, planchaba, etc. ya que esa función era propia de la mujer. Era su oficio trabajar en la calle, aportar el dinero, defender el buen nombre de su familia y dar la cara como máximo responsable del núcleo familiar, aportando la seguridad necesaria para el crecimiento de sus hijos. Esta concepción arcaica de la dinámica familiar se va diluyendo conforme evoluciona el sistema democrático, la mujer se integra en el mundo laboral y se va acercando a sus objetivos reivindicativos de igualdad de género.

El reparto de tareas

El tema de la repartición de tareas es uno de los más comunes por los que empiezan a haber conflictos dentro de una pareja. Es importante que la pareja aprenda a convivir de una forma igualitaria y justa, esto no significa que los dos miembros de una pareja tengan que llevar a cabo las mismas tareas, sino que es muy importante definir muy bien cuales son las tareas necesarias dentro de la pareja y pactarlas con tal de repartirlas y que sea igual y justo para los dos, por ejemplo en las funciones del hogar, la planificación de la economía y todas las decisiones que conciernen a la pareja.

La singladura

Para continuar y así seguir avanzando en el tema que nos interesa, la Ayuda Mutua en la pareja, a mí me resulta más sencillo extrapolar las situaciones cotidianas a mi experiencia como marino. Por ello, a ese trayecto de tiempo que vive la pareja desde el principio y a lo largo de su convivencia, lo he llamado así, singladura, que en términos náuticos se denomina al camino o distancia recorrida por una embarcación durante la navegación.
La pareja, desde su unión como tal, “embarcan” dispuestos a emprender una singladura que les llevará a través del tiempo, desde el punto de partida hasta el que ellos mismos han elegido para llegar o como meta en su vida en común.
A lo largo de esta singladura, la pareja deben tener buena comunicación entre ellos y hacer comprobaciones (situación en la carta), de vez en cuando, de cual es su situación como pareja en ese momento. Esto quiere decir, que la pareja debe preguntarse: donde estamos y que debemos hacer para llegar a donde pretendemos llegar.

Al igual que en la mar, son varios los factores que afectan a la “navegación” de un buque: vientos, corrientes, estado de la mar, visibilidad, deficiencia en equipos, GPS, máquinas etc. En la relación de la pareja y en su vida o trayectoria, ocurren cosas similares: exceso de trabajo, stress, paro, crisis económica, frustración, enfermedades, malas relaciones familiares , sociales etc.. De todo esto, destacaría dos “parámetros” importantes para esa convivencia que la refortalecerá La Ayuda Mutua y que son : La Comunicación y La Generosidad…..

A través de la Comunicación, conseguimos saber cuales son nuestras fobias, problemas cotidianos, esperanzas etc……y así, conocernos mejor, sin “sobreentendidos”, comentándolos en el momento, para poder aportar ese apoyo o ayuda y no, cuando ya ha pasado tiempo y el otro no sabe de qué le estás hablando.

Con la Generosidad, hábito de dar y entender a los demás, conseguimos apoyar a nuestra pareja en esos momentos que nos necesita y sin que ésta nos lo demande. No olvidemos, que la generosidad no consiste en dar lo que nos sobra, sino, en poder satisfacer, si es posible, lo que tu pareja necesita sin la recompensa en vuelta.

Conclusiones

Por lo tanto, con la Ayuda Mutua, apoyo entre ambos en el día a día, conseguimos que la “comunión” de ambas personas, la pareja, puedan detectar periódicamente los problemas tan rápido como estos aparezcan y así, se puedan tomar las medidas necesarias para solucionarlos y continuar la vida de pareja en su acontecer diario. Se sobreentiende, que no debe haber “sitio” o lugar a la soberbia. Hay que ayudar y dejarse ayudar.

Más tarde y conforme se avanza en la relación, como es obvio, se van asumiendo más responsabilidades,: los niños, casa más grande , adversidades, enfermedad, etc, éstas se van superando con nuevas tareas o roles que se irán cambiando en función de lo que precisen en cada momento. Remando, ambos, en la misma dirección y si ésta, es consensuada y acordada por la pareja………………se navega mejor y probablemente se llegue a buen puerto y menos cansados.

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