La Profecia de David Wilkerson Acerca de Nueva York

Les comparto un mensaje procedente de hermanos evangélicos, sintomático de tantos otros que irán apareciendo a causa de las recientes calamidades que acontecieron y de otras que vendrán.

Si habremos de aceptar confiadamente los testimonios del espíritu de profecía podremos discernir fielmente el tiempo en que estamos viviendo, tanto en lo que respecta a los sucesos que ocurren como a sus interpretaciones.

Si contamos con la unción del Espíritu Santo, podremos discernir también los alcances de los llamados "profetas" y sus mensajes para la sociedad actual. Tal el correo que tenemos abajo.  Es posible que todos coincidamos en que el predicador David Wilkerson no es un auténtico profeta. Pero yo no descartaría rápidamente el mensaje de este recorte por el hecho de que no lo acepte como profeta. Su mensaje coincide con la amonestación que debe caracterizar al pueblo que enarbola la bandera del triple mensaje angélico de Apoc 14.

Es cierto que tenemos el antecedente de una falsa profetisa (el texto bíblico dice que tenía "espíritu de adivinación"), cuyo mensaje se equiparaba con el tenor de los mensajes genuinos (los del apóstol Pablo). Pero como las tinieblas no comulgan con la luz, el Señor la desechó (Hch 16:16-18).

¿Puede aplicarse este principio a David Wilkerson (por lo menos a la porción de texto que tenemos abajo)? Quizá. No obstante, contamos con otro antecedente, el del exorcista o taumaturgo aquel que no formaba parte de la "lista de iglesia" o pueblo de Dios, y cuya obra – que no pugnaba contra el Señor –  no sufrió por ello el rechazo divino (Luc 9:49-50; el texto paralelo de Marcos puede provocar mayor debate).

El punto es: ¿Podemos aplicar aquello de "si éstos callaran, las piedras clamarían"? (Luc 19:40). Esto es, si los adventistas – pueblo que debe advertir al mundo del "día del juicio" por venir – eligen callarse, ¿no podría Dios sacar mensajeros aun de debajo de las piedras?

Si el mensajero no forma parte del pueblo de Dios, ¿es por ello su mensaje – con las cualidades apocalípticas del caso, debido al tema que nos ocupa – menos digno de crédito? Hay un antecedente pasmoso. Ya en otra ocasión lo escuchamos: la del extraño predicador de Jerusalén, aquel que durante 7 años y 5 meses (años 62-70 d.C.) mantuvo en vilo a la población judía con el mismo mensaje que el Señor diera 31 años antes (Mat 23:37-38; 24:19). Y ese rústico labrador, Jesús ben Ananías, cuya historia recoge Josefo en sus Guerras (VI, 5, 3) era un judío, ¡muy posiblemente ajeno a la iglesia de los cristianos!

¿Desdeñaron los cristianos la prédica de ese hombre por el hecho de que no fuera de su misma congregación? ¿O más bien le habrán prestado atención – y con ello aprontarse para la inminente huida profetizada por el Señor – porque su mensaje coincidía o era afín al Espíritu profético que anunciaba por medio de Jesús las calamidades que habrían de venir sobre la impía Jerusalén?

También otro caso para reflexionar. ¿Habla el Espíritu Santo por medio de eruditos, que se envanecen en sus conocimientos de teología, psicología, medicina, etc., etc., como ocurrió con los antiguos "dirigentes de iglesia" de la Jerusalén carnal (cfr. Juan 7:48-49, 52) y cumplieron su parte del drama cósmico oponiéndose a Cristo (Mat 27:20), y no utilizar el mismo Espíritu a una "pagana" para dar el mensaje de la verdad presente para ese tiempo (la esposa de Pilato, Mat 27:19)?

Invito a que extraigamos del texto bíblico y la historia los mejores principios de interpretación para que tengamos qué responder acerca de la esperanza que hay en nosotros, el significado de la verdad presente que como pueblo tenemos. Porque, como dice el texto: "Si éstos callaran, las piedras (que derriban a los pecadores) clamarán" contra nuestra negligencia [piedras amontonadas en nuestra sepultura; interpretación homilética libre]. Nuestra verdad presente atraviesa la oscuridad polvorienta de las calamidades que seguirán sucediéndose, porque contiene la esperanza del próximo rescate de nuestro Salvador.

Gustavo Contreras
saetero1@starmedia.com


Hola amados:  Seguimos impresionados con lo acontecido la semana pasada en Estados Unidos.  Dios siempre advierte a través de sus profetas.  Les enviamos la profecía dada por el Hno David Wilkerson en 1998 acerca de lo que sucedió en Nueva York el pasado Martes.  Como ustedes verán el Señor siempre es fiel.  Compartan esto con otros.

David Wilkerson, Profeta de Hoy

Nahum Sáez - Editorial Vida

 

MIAMI, FL.Cuando hablamos de profetas o videntes nos remontamos a la antigüedad. Pensamos en aquellos hombres  especiales que hablaban en nombre de Dios. Individuos barbudos, semidesnudos, escuálidos, osados, de aspecto distinto a los demás mortales. En nuestros días, sin embargo, Dios sigue usando profetas.

Hombres de carne y hueso, parecidos a nosotros. Hace algunos años, David Wilkerson nos viene hablando lo que el propio Señor le revela. Y en 1998, específicamente, pronunció palabras directas — según él — de parte de Dios para esta generación, palabras que hoy son una triste realidad en nuestras vidas. Profecía especialmente cumplida entre los habitantes de este agonizante planeta tierra y en particular la gente de Nueva York.

Así lo expresó Wilkerson en su obra El Llamado Final, publicada por Editorial Vida:

¡La prosperidad actual de Estados Unidos es la última llamada misericordiosa de Dios antes de que venga su castigo!

Nunca he pretendido ser un profeta, pero hay momentos en que la Escritura de Dios se convierte en un fuego tal en mis huesos que tengo que decir lo que veo y escucho. Llámelo mensaje de un vigía o como más le guste, pero debo decirle lo que Dios ha puesto en mi corazón con respecto a esta nación.

Amado, los cristianos estadounidenses de hoy en día están acostumbrados a una prosperidad incluso mayor. Cuando miramos a nuestra nación, y en particular a la ciudad de Nueva York, vemos rascacielos, edificios magníficos, el centro del comercio mundial, riqueza y prosperidad interminables. (Un diario neoyorkino dijo que cierto apartamento en Trump Tower se alquila por cien mil dólares al mes y que muchos otros se alquilan por veinticinco mil.) Vemos Wall Street, con sus florecientes mercados mundiales y su economía multimillonaria. A nadie le queda la menor duda: ¡Somos la nación más rica de la tierra!

Al considerar todas estas cosas, pensamos que es absolutamente imposible que el juicio esté a la puerta. Sencillamente no podemos concebir que todo esto se sacuda. ¿Quién pudiera creer que un día, muy pronto, estos costosos apartamentos estarán vacíos ... que miles de fuegos se desatarán por toda la ciudad al mismo tiempo?

Le pregunto: ¿Qué persona que vive en Estados Unidos hoy en día pudiera creer todo esto? Suena tan absurdo como cuando Jesús les dijo a sus discípulos: «¿Ven todos estos magníficos edificios? Muy pronto, ninguno de ellos quedará en pie».  

La profecía del Señor se cumplió al pie de la letra.

No me queda ni una sola duda: La ciudad de Nueva York, Wall Street y Estados Unidos están viviendo un tiempo prestado. Ya no es medianoche en Estados Unidos, ¡ha pasado la medianoche! De acuerdo con lo que leo en la Escritura, Dios puede enviar su juicio en cualquier momento a partir de ahora. Tal vez un loco o alguna advertencia a la cual no se le ha prestado atención comenzará el pánico que ponga fin a todo. En los días por venir, es probable que veamos la aparición de una prosperidad incluso mayor, pero a su tiempo, el fuego de la ira de Dios nos espera.

Al terminar este libro y al volver a leerlo, me sentí abrumado. Entonces clamé: «Padre, no puedo publicar esto a menos que me ayudes a entender cómo piensas guiar a tus ovejas a través de esta crisis. Por favor, muéstrame cómo vas a sostener a tu iglesia en tiempos de tanta prueba. Debes darme una palabra de esperanza, un mensaje de aliento para tu pueblo».

El plan de Dios es que escuchemos su voz todos los días... No sé cuánto tiempo durará este juicio, pero sí sé que Dios cuidará a su pueblo a través de esta crisis, aun cuando tengamos que hacer frente a una gran medida de sufrimiento. Y aun en los momentos más difíciles, disfrutaremos de un tiempo de gran regocijo, porque él se revelará a nosotros como nunca antes lo ha hecho.

(Resumen de El Llamado Final, Editorial Vida, Miami, 1998, pp. 77 ss.)

David Wilkerson es un reconocido predicador que comenzó un trabajo audaz entre las pandillas de Nueva York en los años sesenta. Fruto de su trabajo es la transformación de Nicki Cruz, uno de los más temibles pandilleros de los Mau Mau, y muchos otros jóvenes de aquel entonces que hoy son hombres de bien. Con ellos inició una red de centros de rehabilitación para jóvenes llamado Teen Challenge que cubre toda la unión americana y tiene operaciones en varios países. Luego de ello su labor evangelizadora lo llevó a escribir varios libros en los que plasma la realidad de la nación estadounidense y el mundo.  

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