3 d’oct. 2008

Historiografia de la prehistòria balear

per Daniel Albero, arqueòleg

La búsqueda de nuestros orígenes hunde sus raíces en las concepciones míticas y
fabulosas. A este contexto ideológico hay que atribuir una tradicional explicación
insular ligada a la creencia de que las islas fueron habitadas por una raza de gigantes en
la noche de los tiempos. Es seguro que la monumentalidad de la arquitectura ciclópea
alimentó entre las tradiciones populares esta creencia. Este mito, como muchos otros,
venía alimentado por la tradición bíblica, única visión del origen humano aceptada y
autorizada prácticamente hasta el desarrollo del racionalismo científico del siglo XIX.

El mito de los gigantes fue conservado por tradición oral, ha quedado relacionado con la
existencia actual de muchos topónimos: Es Claper des Gegant, Sa punta des Gegant,
etc., muchos de ellos ligados a asentamientos prehistóricos. También muchos nombres
de yacimientos arqueológicos hacen referencia a seres sobrenaturales, como Coves de
S´Encantament, de Ses Briuxes, de S´Homenet, L´Infern, Sa roca des Diable, etc.
Finalmente, otras veces la toponimia prehistórica nos remite a un pasado
histórico ligado a los siglos islámicos de la historia balear, más allá de los cuales pocas
veces suele remontarse la memoria histórica popular. Son frecuentes topónimos como
Punta d´es moro, Collet des Moro, etc.

Estas concepciones mítico-legendarias no desaparecen de los primeros ensayos
escritos de nuestra historia. De esta forma Joan Binimelis (1538-1616) recoge en su
Nueva historia de la isla de Mallorca y de otras islas adyacentes (1593) la tradición
oral popular de la raza gigantesca. El sustento documental bíblico es la única fuente
utilizada para la reconstrucción de nuestros orígenes, con menosprecio absoluto de los
historiadores clásicos, solo por ser paganos. La obra del médico y párroco de Marratxí,
es una buena muestra de historiografía “integrista” de la época.

Los escritores de los siglo XVII y XVIII que tratan cuestiones sobre los orígenes
del pueblo balear, o bien no entran en la cuestión e inician su estudio con el soporte de
las fuentes clásicas (Dameto, 1630; Wernsdeoff, 1760), o siguen la corriente del
pensamiento prehistórica propia de la época impregnada por la tradición bíblica, como
sería el caso del padre Cayetano de Mallorca (1746).
La prehistoria balear no alcanza categoría científica hasta que no se dota de un
método propio de obtener documentación objetiva como la excavación arqueológica
apoyada en el registro estratigráfico. Un primer intento tiene lugar en Mallorca durante
el siglo XVIII (1790), en el que se acude a la excavación como fuente de información.
Ésta fue realiza en la zona de Es Palmer de Campos, donde muchos estudiosos del
XVIII y XIX situaban la ciudad romana de Palma.

Durante el siglo XIX proliferan, sobre todo en sus últimas décadas, un buen
número de estudios realizados por simples aficionados o eruditos procedentes de otros
campos de la ciencia, de la cultura o del clero. Muchos de los cortos trabajos que se
publican tienen un notable interés, pues constituyen las primeras noticias aprovechables
que se conocen de los más importantes yacimientos arqueológicos de las islas. Sus
descripciones se hicieron en un momento en el que la destrucción sistemática de
monumentos provocada por las grandes obras públicas, el empleo de maquinaria
pesada, y más tarde por el fenómeno turístico, no se había producido.

El estudio prehistórico de las islas, se había enriquecido, y tal vez estimulado por
los escritos de viajeros románticos, que, aunque no tienen como finalidad última el
estudio de los restos prehistóricos, incluyen además de la información literaria
excelentes dibujos de los monumentos más notables. En algún caso aportan también los
primeros planos aprovechables que conocemos de construcciones prehistóricas isleñas.
En esa época se inician las excursiones que por aquel entonces organizaban
algunos eruditos locales, miembros de la Sociedad Arqueológica Luliana, a distintos
enclaves arqueológicos de las islas y cuyas impresiones quedaban después reflejadas en
las páginas del Boletín. A finales de siglo se publican también los primeros estudios
arqueológicos de cultura material procedentes de excavaciones carentes de control
científico. Entre ellos sobresalen los hallazgos de Son Corró en Costix.

En 1888 visita Mallorca y Menorca Émile Cartailhac con la intención de
realizar un estudio sobre el terreno de sus monumentos prehistóricos. Su trabajo se
limitó al estudio de los monumentos más representativos de las islas. Salvo la
descripción detallada y rigurosa, Cartailhac no utilizó ningún otro método de análisis
objetivo, como es la excavación arqueológica y el método estratigráfico. Parece
excesivo calificar su obra como el primer trabajo verdaderamente científico de la
Prehistoria balear, pero no se puede negar que su trabajo posee un rigor técnico poco
habitual en la época. Cartailhac tuvo acceso a colecciones privadas que poseían diversos
objetos muebles sacados de contexto, realizando un método clasificatorio primario:
“objetos de piedra, cerámica, cobre, bronce y objetos indeterminados”. Los dibujos que
realizó sobre las piezas y monumentos hacen que su obra sea insustituible pues permiten
el estudio de piezas desaparecidas.

En 1900 se publica en Sóller la obra del presbítero D. José Rullán y Mir con el
ambiguo título de Ensayos de agricultura y prehistoria. En ella el autor trata temas tan
dispares como la antigüedad del hombre en la tierra, los males educacionales de la
juventud, la meteorología en la escuela, los pájaros y el agricultor, entre otros. Toda la
obra está imbuida en un espíritu de catequesis y adoctrinamiento. Su estudio se enmarca
en el más estricto pensamiento católico y, como era de esperar, en el capitulo dedicado a
la antigüedad del hombre sobre la tierra y sus primeros pasos en las Baleares rechaza
de lleno los tímidos avances de la ciencia. Pone en cuestión los logros de la geología y
la paleontología como apoyo a la datación relativa. Rechaza cualquier planteamiento
científico y se manifiesta contra las tesis evolucionistas darvinianas. Para él mejor
método de datación es seguir meticulosamente los propios relatos bíblicos.

La investigación prehistórica balear alcanza categoría dignamente científica
cuando por primera vez se planifican excavaciones arqueológicas en número suficiente
para poder conocer algo más que la arquitectura. Josep Colominas Roca del Institut
d´Estudis Catalans es el iniciador de esta larga etapa de investigación. La elección de un
método científico adecuado no implica necesariamente su correcta aplicación, ni mucho
menos que las conclusiones sean aceptadas e inamovibles. La preocupación de
Colominas por el registro estratigráfico fue escaso, por no decir nulo. Realizó tal
número de excavaciones simultáneas, que difícilmente podía hacer otra cosa que
recoger los materiales que le hacían llegar los encargados de los obreros y anotar con la
mejor voluntad y fe ciega las impresiones orales que éstos le pudieran proporcionar. Los
hallazgos fueron trasladados al museo Arqueológico de Barcelona.

Hay que señalar que entre los años 1925-1931 miembros de la Sociedad
Arqueológica Luliana excavan las cuevas de Son Mulet, Son Jaumell y las navetas de
Es Rafal. Inicia también sus actividades el centro regional y el Museo de Artà de la
mano de L. Amorós, que centra su interés en yacimientos del Talaiotico Final-Hierro,
como las cuevas de Son Bauzà y Son Maiol o los recintos sacros de Son Carrió y Son
Favar.

Tras la Guerra Civil en consonancia con el ambiente dictatorial de la posguerra
aparecen los cargos de “Comisarios Provinciales de Excavaciones” dependientes de la
Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas del Ministerio de Educación
Nacional. En las islas las ocupan en una primera época, clérigos o militares como el
Padre M. Alcover y el Coronel Rafael de Ysasi. Más tarde lo será Bartolmé Ensenyat y
Luis Amorós ocupará la Comisaría Local de Artà.

En 1958 una beca de la Fundación March permite al profesor L. Pericot
coordinar un ambicioso programa de investigaciones que incluye las islas. Por otro lado,
la fundación W. L. Bryant centró el grueso de sus investigaciones en la ciudad romana
de Pollentia, sin embargo uno de sus miembros, M. Tarradell, hará una incursión en la
Prehistoria excavando las importantísimas necrópolis de Son Real y la de S´Illot dels
Porros. También por estas fechas W. Waldren inicia trabajos de excavación en la
cordillera Norte. La cueva de Muleta y el abrigo de Son Matge serán los yacimientos
emblemáticos que le permitirán una fecunda actividad en Valldemossa y Deià (Son
Gallard, Son Marroig, Son Ferrandell-Oleza y Son Más). Sus excavaciones, con una
detallada secuencia estratigráfica, y las series de dataciones radio-carbónicas de todos
sus trabajos constituyen hoy el pilar básico que aguanta el entramado de los estudios de
prehistoria mallorquina.

Finalmente concluir señalando que la dejación de la Universidad provocó que el
Museo de Mallorca, creado desde 1961 y dirigido por Roselló Bordoy, gestionase toda
la investigación arqueológica que se hacía en la isla (a excepción hecha de los proyectos
que desarrollaban las fundaciones e investigadores extranjeros). La valoración de toda
esta tarea arqueológica es muy desigual y caben todas las posibilidades. Desde
excavaciones sin registro estratigráfico hasta excavaciones técnicamente impecables
como las de Lull, Gasull y Sanahuja en 1984 en Son Fornés. Con todo, la consideración
más negativa debe adjudicarse a aquellos yacimientos irremediablemente perdidos ya
que jamás se publicaron los resultados como: Pula, Illot dels Porros, Son Real,
Canyamel, Hospitalet, Son Ferragut, Pou Celat, etc.

Finalmente señalar que tras los trabajos de Colominas se inician prospecciones
de todo el territorio. En esta tarea hay que rendir reconocimiento a la labor de Josep
Mascaro Pasarius y a sus mapas arqueológicos realizados en los años 60 y 70.

Bibliografía para ampliar:
GUERRERO AYUSO, VÍCTOR (1997) El pensamiento científico en la
prehistoria balear: fuentes bibliográficas para el estudio de la prehistoria balear. Ed.
Lleonard Muntaner, Palma.
GUERRERO AYUSO, VÍCTOR (2002) “Bases historiográficas (sin disimulo)
sobre los primeros pobladores baleáricos y otras cuestiones de enfoque, fondo y forma”
Mayurqa, 28, pp. 127-170.