24.4.10

La música negra: el soul y el funk (segunda parte)


¿Te has saltado la primera parte? Play that funky music, pincha.

[...] Precisamente esa es una de las causas por las que el
soul y el funk sean como son, mis dos “variantes” o “estilos” preferidos dentro de cualquier música. El primero no es sino una consecuencia del Rythm & Blues, la mezcla de la crisis y de la incertidumbre económica por la que pasaban los Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial y que los blancos traducían en pesimismo y en oscuras escalas en Mi menor.

El soul es la desgracia que la raza negra fusionaba con algo innato como es el ritmo y la música. Las persecuciones e injustas trabas sociales a las que estaba sometida la raza negra en Estados Unidos son las verdaderas culpables del nacimiento del soul. A todo eso se le unió ese júbilo y esperanza que les aportaba la religión y que muchas veces se ha podido llegar al fanatismo. Los cantos de gospel colmaban cientos de iglesias todos los domingos, y no sólo en los estados sureños. Y son en estas iglesias donde nacerán las más grandes voces de todos los tiempos.

Tratando de respetar mínimamente la línea cronológica, Ray Charles debería ser nombrado en primer lugar: el padre del soul. Hacia finales de los 50, un tipo ciego desde la infancia y, dicen, culpable de la muerte de su hermano pequeño, inundaba radios y escenarios a los mandos de un piano de cola y con unas más que míticas gafas negras.

Nacía así el soul, que partía del R&B y que remataba con unos giros de voz, cuidados y crecidos entre gruesas mujeres negras, sonrientes curas y cientos de manos alzadas hacia el cielo. “What I’d Say” es, con toda seguridad, el primer tema catalogado como soul, al que le seguirán voces como las de los Isley Brothers o James Brown.

Y si el soul supone la revuelta melódica y sentimental de los negros ante la opresión de los blancos durante los años posteriores a la guerra y hasta bien entrados los años 60, el funk encarna justo lo contrario: ritmo, celebración, energía, movimiento, identidad afroamericana.

En 1965, James Brown tiene un hijo llamado “Papa's got a brand new bag”, que se convertiría en el funky, una mezcla del R&B, el soul y el jazz. Lo presentaba al mundo en el programa de Ed Sullivan, el programa más visto en la televisión norteamericana. Entonces aquello significaba algo grande. Se trataba más bien de un dinosaurio que caminaba, un golpe más fuerte en el “uno”, un tempo fuerte, unos aullidos que transformaban definitivamente el soul en funk. Se prestaba menos atención a la melodía y más al ritmo.

Corrían todavía cantos de protestas y de segregación bajo el título de "Bang, babe, burn" y el funk se convertiría en su estribillo, en el estribillo de la libertad negra. El “Black power” que llamaban, en que el genio de Brown se regodearía con uno de sus éxitos: “Say it loud: i'm black and i'm proud.”

De la bahía de San Francisco surgieron los sucesores de Brown. Sly & the Family Stone fueron un excéntrico grupo, misceláneo e interracial (4 negros, 2 blancos y una mujer), que abría la senda del funk a todas las etnias y que hicieron una de las aportaciones técnicas que representarían a este estilo de música: el “slap” de bajo.


Desde finales de los años 60, muchos artistas se reivindicaron a través del funk, que terminaría convirtiéndose en una fábrica de músicos y grupos, considerada como el mejor negocio negro de toda la historia de los Estados Unidos: la discográfica Motown.

The Temptations fueron el primer grupo funk de la historia con etiqueta y sello comercial. A partir de entonces, artistas como Marvin Gaye, un jovencísimo Stevie Wonder – acompañado del peculiar sonido del sintetizador “Tonto” –, el extravagante y pseudo actor George Clinton y su Parliament o los Jackson Five tomarían el relevo de evolucionar y mantener viva, no sólo la música funky, sino la música negra y su legado. Era una cuestión de principios.

Los artistas.

Mucha gente que ama la música la cuida. Cuida sus listas de reproducción, sus cds para el coche e incluso sus sonidos de alarma del despertador, qué canción quiere empezar a escuchar por la mañana, o en el tren volviendo a casa, o antes de ver a esa persona. Son cosas insignificantes o necedades en un principio, pero que pueden terminar por definir lo que va a ser tu día e incluso cómo vas a afrontarlo. Elegir bien la melodía que te va a arrancar de tu sueño es fundamental.

Hablan de Aretha Franklin como la mejor voz femenina de la historia y si simplemente te detienes a escuchar “Chain of Fools” o la archiconocida “Respect”, darías la razón. Otros muchos atribuyen a Sam Cooke como el cantante más sincero y profundo del soul de todos los tiempos. Que se lo pregunten a sus míticas “A Change is Gonna Come” y "A Wonderful World".

La dulzura y la ternura es terreno de Marvin Gaye, ¿a quién no le sale la risita tonta cuando suenan los primeros segundos de “Let’s Get It On”? El ya fallecido Marvin Gaye resultó ser, además de descubrirle gracias a aquel viejo anuncio de MoviStar con “Ain’t no Mountain High Enough” junto con Tammi Terrel, uno de los primeros artistas negros que empecé a escuchar, y que sirvió de pasarela para sumergirme en Al Green (tema fácilmente reconocible para los amantes de Pulp Fiction), Otis Redding, el mencionado James Brown o en el grupo Martha and the Vandellas.

[Continuará...]

2 comentarios:

  1. Excelente reflexión que describe las diferencias poco marcadas entre un género y el otro, bajo el paraguas del Rythm and Blues.

    ResponderEliminar