´Sharon Stone, desnuda a los 51´, Màrius Carol

Es la ventaja de veranear en la Cerdanya: Francia está a diez minutos. Así que cuando leí en La Vanguardia del jueves que Sharon Stone había posado desnuda para Paris Match, cogí el coche y me fui hasta la librería de Bourgmadame a buscar el ejemplar de la semana. La vendedora, en catalán, me dijo solícita: "Viene a por el Paris Match, ¿no? Todavía nos quedan cinco". Me incomodó la indicación, así que le respondí que me lo llevaría, pero que, en realidad, había ido a comprar Le Monde Diplomatique, que incluía un artículo imprescindible sobre Honduras. Sonrió, al otro lado de la ratlla (aquí nadie habla de la frontera, ni cuando la aduana era un valladar) nos conocen mejor que nosotros. Seguramente porque siempre han sido nosotros, por encima de tratados de los Pirineos o de Maastricht.

Sharon Stone aparece en portada, espléndida, con su corpiño negro de piel que deja al aire un busto que guarda todas las proporciones de la geometría y unos zapatos de tacón de aguja de vértigo atados a sus tobillos. El titular es provocador: "Tengo cincuenta, y qué". Marc Levy, un conocido periodista y escritor, la entrevista en una terraza de Los Ángeles adonde ella llega con un Bentley descapotable, así que en las primeras líneas el tal Levy pierde los papeles y la compara con Marilyn Monroe y con Jackie Kennedy. Sería una ordinariez recomendarles la revista por las fotografías -magníficas- de Alix Malka, que le pidió que no posara como si fuera para una revista de moda: "Yo quiero ver tus músculos, la estructura de tu cuerpo". Es interesante lo que explica esta espectacular mujer, con una mente (tiene coeficiente intelectual de superdotada) que no desmerece su tipo. Dice Sharon Stone que sus desnudos no son ninguna provocación, que debería ser más chocante ver a adolescentes sin ropa en las revistas. "¿Quién ha decidido a qué edad empieza o termina la vida?", se pregunta, antes de recordar que Jeanne Moreau sostiene que la belleza es una cuestión del alma y no de la edad. "Un hombre me dijo que las arrugas a cada lado de mi boca eran como unos paréntesis circundando las frases hermosas que iba a decir. Tuve ganas de echarme encima de él para besarlo". Asegura no entender a esas mujeres que todas quieren parecerse y se estiran la piel perdiendo su expresión. E incluso cuenta que, cuando cumplió 50, dio la mitad de todo lo que poseía, "incluso he tirado la mitad de mis relaciones", y que se ha reencontrado a sí misma.

George Orwell, en su Cuaderno de notas, escribió que a los 50 todo el mundo tiene la cara que se merece. Pero no dijo nada del cuerpo. Si fuera así, esta mujer debe de ser Juana de Arco rediviva, que, por cierto, es su película preferida. Como pueden ver, me he leído la entrevista de punta a cabo. ¡Lo que hay que hacer para entretenerse con las fotografías sin mala conciencia!

9-VIII-09, Màrius Carol, lavanguardia