MUNDO MAYA, LO QUE NOS MUESTRAN LOS INVESTIGADORES


La evidencia arqueológica como punto de partida para la interpretación, se nutre cada vez más de fuentes escritas, así como de los estudios científicos que incluyen pruebas y análisis de carácter bioquímico que determinan con mayor exactitud datos referentes a la tipología de los gobernantes y su sociedad, así como sus contextos de desarrollo económico y geopolítico.

El acercamiento entre disciplinas dedicadas al estudio de los vestigios de la mesoamérica maya, paralelos y complementarios, permiten reconstruir un mosaico cultural cuya complejidad requiere de esfuerzos colegiados para entender cómo pudieron haber funcionado las antiguas estructuras de relación política y comercial entre distintas ciudades estado que controlaban a su vez otros centros de producción y poder, más pequeños pero que estaban sujetos a estas elites.

Las investigaciones subacuáticas en cenotes de Yucatán, hechos por el taller de arqueología subacuática de la UADY, han reportado vestigios notables de sacrificios humanos y ofrendas que, junto con los textos coloniales, permiten establecer distintos patrones rituales inferidos de las maneras en que se realizaron estos sacrificios.

Además de reafirmar la importancia mítico-religiosa de los cenotes y el agua como un elemento conductor entre el ser humano y los dioses, estas investigaciones proponen diversas influencias o “tradiciones” en la práctica del sacrificio humano entre los mayas, así como diversas finalidades del mismo. Las estadísticas reportan que la mayoría de los sacrificados son varones entre 7 y 15 años de edad, hecho que remite a las fuentes como los Anales de los Xahil, en donde se menciona un ritual de sacrificio propiciatorio de lluvias, relacionado con los que, en el altiplano, se celebraban en nombre de Tlaloc. El Chilam Balam de Chumayel reporta también eventos de este tipo relacionados con principios mánticos y de entronización. Independientemente de la región, el sacrificio humano y su relación con el agua está presente en el mundo maya como en el tolteca.

La importancia de la investigación de los cenotes trasciende el ámbito arqueológico ya que, como menciona el doctor Edward Kurjack, los mayoría de los asentamientos y ciudades mayas de la península están situados a lo largo de una fractura que presenta la geografía yucateca y que se relaciona también con la existencia de cenotes, aguadas, lagunas.

Este hecho sugiere tendencias de movimiento y desarrollo social; puede también ayudar a comprender la forma en que se dio el proceso civilizatorio y de desarrollo urbano, no solo en la región, ya que este tipo estudios se relaciona con los que se llevan a cabo, por ejemplo, en Palenque, en donde Rodrigo Liendo Stuardo al frente de un equipo de exploración, a comprobado la extensión de manchas urbanas que muestra los patrones de desarrollo urbano en un radio de 580 kilómetros cuadrados en los que se han registrado 530 sitios. Esto nos habla de la existencia de fronteras claras entre sistemas de asentamiento en la región, así como la repetición de patrones arquitectónicos y la existencia de caminos que integran los asentamientos. Allan Maca reseña el desarrollo urbano de Copán y muestra la manera en que estos patrones tienen rasgos en común, con otros sitios de carácter cívico ceremonial, lo que se conecta con lo planteado para el área de Palenque, reforzando también las propuestas que se han hecho respecto a las posibles relaciones entre ciudades estados.

Sobre la geografía que abarca el mundo maya se ven ahora con claridad la importancia de la conformación geológica en el desarrollo de una civilización de culturas unidas por principios mítico ideológicos que parecen tener un origen común, como dicen las fuentes de los informantes y los mitos mesoamericanos en general.

La relación de elementos icónicos de carácter simbólico, el intercambio cultural entre las diversas sociedades mesoamericanas, así como el flujo, no sólo de ideas y símbolos sino de un intenso y organizado comercio, plantean un mundo maya estrechamente ligado por una regulación política en la que la guerra ha tenido un papel importante en la conformación de un modelo compartido, una red de alianzas y subordinaciones entre ciudades y señoríos que encuentran intereses comunes ligados a la economía y la producción, con un reflejo muy marcado en la vida político religiosa.

Esto puede tener una importante relación con la proposición de la doctora Joyce Marcus, en el sentido de las relaciones de poder entre las diversas ciudades y sus principios de control político administrativo, como también parecen afirmar las evidencias que aportan estudios como los de la doctora Jane E. Buikstra, referentes al contenido de las tumbas de dos importantes gobernantes, uno de Copán, fundador de la dinastía, Kinich Yax Kuk mo, y Hanab Pakal, de Palenque.

Además de aportar elementos que retratan a estos personajes en su constitución física y el modo de vida llevado, confirman lo que está escrito en los textos, referentes a fechas y acontecimientos de estos personajes y muestran una relación entre ciudades de la región, incluso con sitios del valle de México.

En este sentido, destaca de manera peculiar el descubrimiento, en Kalakmul, de un friso de 20 metros de largo por más de tres de alto, en el que se aprecian elementos muy específicos de la iconografía de Izapa, ciudad ubicada en el estado de Chiapas y colindante con Guatemala.

Lo interesante de este descubrimiento, además del impacto visual de esta magnífica obra de arte, es que propone una ruptura con el concepto temporal que se ha tenido del momento preclásico, ya que la iconografía de Izapa está relacionada con elementos y motivos presentes también en en Teotihuacan. Si se considera que la antigüedad del friso de Kalakmul es de 400 a.C y que la iconografía izapeña se puede fechar hacia el 150-125 a.C. entonces se infiere que en Kalakmul estos rasgos iconográficos y su simbología están asociados a otro momento de esplendor, que estaría relacionado con algunos rasgos del mundo epiolmeca (o tal vez se trate de una civilización diferente, que tiene nexos con otras más lejanas, al sur del continente) y no con la influencia Teotihuacana.

Los olmecas han dejado de ser la misteriosa cultura que vieron los primeros investigadores como Stirling, para convertirse en una de las fuentes de sabiduría y conocimiento que influyeron en el florecimiento del mundo maya que, ahora, pareciera verse con toda claridad puesto encima de las espaldas del mundo olmeca, cuyos vestigios artísticos nos recuerdan aquellas palabras con las que se refería a los toltecas: los bien hechos, los que conocían las técnicas del arte y la ingeniería, y que muy bien se aplican a los olmecas, que fueron protagonistas de su propio momento “clásico”.

Así, desde los tiempos antiguos ahora entre el verdor y el limo, los artistas han sido también agentes de transformación, vehículo de expresión política, religiosa, y figuras principales de las elites mayas. Eran los monos, los artesanos, ligados, según el Popol Vuh, con los toltecas. Ellos, los que pintaron vasos y tallaron la piedra, los que esculpieron monumentos, nos dejaron símbolos e historias que esperan ser interpretadas, así como el reto de descubrir su importancia en el desarrollo de algunos aspectos del comercio, como plantea Marisa Vázquez, de la Universidad de Valencia, España, debido a la trascendencia del arte suntuario en los procesos de legitimación y propaganda política.

¿hacia dónde apuntan estos descubrimientos e investigaciones? Un giro de 180 grados ha dado la lectura de los vestigios de un mundo que ha cambiado caleidoscópicamente a los ojos del mundo moderno.

Hoy día, se conoce mejor la relación entre ciudades como Copán, Kalakmul, Tikal, Palenque, Quiriguá, Ceibal y otras, así como su relación con ciudades del altiplano central como Teotihuacan, San José Mogote, Monte Albán. El punto en común es el arte, la arquitectura, los símbolos dibujados, tallados, esculpidos, que han significado el poder, pero también el pensamiento, la sabiduría y la proyección de una espiritualidad que ha manifestado su grandeza cósmica no sólo con imágenes sino con los hechos de sus días.

Vasos, frisos, murales, dinteles, muestras del genio creativo, de la fineza de una sociedad pluricultural, que hoy día nos hablan como el susurro del agua que, como la cultura maya, se mueve cual serpiente gigantesca entre los valles y las montañas de este territorio todavía desconocido para los modernos mexicanos.

Ahí está el origen, también el futuro. Las enseñanzas del mundo antiguo nos ofrecen más certezas culturales que verdades históricas, y esto es una gran aportación en un mundo que hoy, parece naufragar en las tinieblas de un modelo que se agota sin remedio y nos propone mirar atrás con la esperanza de encontrar, porqué no, una poética manera de enfrentar con creatividad y firmeza nuestro futuro.