domingo

Para la reflexión de los grupos de catequistas...

Responder al llamado

La vocación de catequista suele , como la mayoría de las vocaciones, presentarse de manera progresiva y se va descubriendo a medida que se avanza en el camino. Muchos sienten el llamado de manera fuerte y clara movidos por el ejemplo de su propio catequista o por hallarse en un ambiente propicio para desarrollar su carisma. Otros, ingresan en un seminario de catequístico simplemente buscando ampliar sus conocimientos y complementar su formación y terminan descubriendo que lo aprendido no pueden guardárselo y lo tienen que compartir. Otros, y con estos tres casos no pretendo agotar todas las posibilidades existentes, son convocados por el sacerdote a cargo de su parroquia para que animen un grupo y, la fuerza de las circunstancias lo empujan a asumir la responsabilidad de una forma seria y consciente.
Cualquiera sea el caso de cada uno, el catequista siempre tiene mucho que aprender y uno de los asuntos principales es responder al llamado con generosidad y entrega.

Responder como actitud de vida

No somos catequistas durante "la hora" de catequesis o en las reuniones de preparación. Somos catequistas a toda hora, en todo lugar y en todo momento. Si ser catequista es presentar a Jesús a los demás para que lo conozcan y lo amen, para que comprendan que somos hijos de Dios y estamos insertos en el plan de salvación, eso no es una tarea de unas horas, un trabajo del cual nos desprendemos al terminar el horario sino algo que involucra cada gesto, cada opinión y le da sentido a la vida.

Responder con confianza en Dios

Para asumir cualquier vocación podemos sentirnos sin fuerzas o incapaces de cumplir con todas las exigencias que implica. En el caso de los catequistas, la respuesta al llamado tiene que tener una gran dosis de confianza en el Señor para que nos acompañe en el cumplimiento de esta tarea. Cierto es que hay que formarse y perfeccionarse poniendo las propias habilidades al servicio de la transmisión de la palabra de Dios pero, no se trata de confiar sólo en las propias fuerzas y en la preparación adquirida sino saber que debemos ser lo suficientemente transparentes como para dejar que sea el mismo Dios quien actúe en el corazón y la mente del otro.

Responder desde la oración

Es muy importante confrontar lo que vamos descubriendo y viviendo con la Palabra de Dios que nos ayuda a discernir con criterio sano y claridad. Palabra leída e interiorizada no sólo como estudio bíblico sino en oración, en diálogo verdadero con Dios. Sintiéndonos amados y respetados como hijos, únicos e irrepetibles.

Guía para la reflexión en el grupo de catequistas

1) Preparar, individualmente, un esquema del tipo de las "líneas de tiempo", marcando los momentos fuertes de nuestra vocación catequística y cómo fuimos respondiendo.
2) ¿Cuáles fueron los obstáculos más fuertes que encontramos en el camino de nuestra vocación? Identificarlos con claridad y describirlos lo más equilibradamente posible.
3) ¿Cuáles fueron los empujones y ayudas más fuertes que recibimos? ¿Quiénes influyeron o influyen positivamente en nuestra respuesta constante al llamado de ser catequistas?
4) ¿Qué lugar ocupa la oración en nuestra respuesta cotidiana al llamado de Dios?
Fuente: www.sanpablo.com

2 comentarios:

Luciana dijo...

José: El ser "catequista siempre" me hizo acordar a una canción, hermosa por cierto, de un evangélico, Jesús Adrián Romero, en la que le pide a Dios que sea su Universo, que no quiere darle un rato de su tiempo. La canción se llama Mi Universo y es hermosa.

Somos catequistas dijo...

Ya la estoy buscando para subirla! Gracias!

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