La Jornada Semanal,   domingo 21 de agosto  de 2005        núm. 546
 
Adriana Ontiveros

"Tantalia" o el arte de no morir

Hay experiencias que sobrepasan al hombre, para las que no hay explicación suficiente, y tal vez la más insoportable de ellas sea la muerte. Ésta ha acompañado al ser humano a lo largo de toda su historia, ha sido como una sombra, que si bien no siempre se toma en cuenta, no por ello deja de ser inminente. 

La obra de Macedonio Fernández da cuenta de esto al reflejar el dolor que le causa la muerte de su esposa, Elena de Obieta. A partir de ella hay una idea que lo obsesiona y que para él es el fin último de la literatura: trascender la muerte. Incluso se puede decir que la vida del argentino se divide en un antes y un después de tal suceso, luego de él se convierte en una especie de asceta al margen del mundo y, en el plano de las ideas, concibe su teoría estética llamada Belarte. Ésta tiene el objetivo de liberar al lector de sus certezas individuales, para que se cuestione sobre la existencia y, a través de ello, logre la negación de la muerte.

Macedonio proclama abiertamente: "soy el imaginador de una cosa: la no-muerte; y la trabajo artísticamente por la trocación del yo, la derrota de la estabilidad de cada uno en su yo."1 Vida y obra coinciden: Macedonio fue un asceta que logró reducir todo tipo de necesidades a sus mínimas expresiones, tanto materiales (vivió en cuartos miserables sin más muebles que una cama y un escritorio), como espirituales (le tenían sin cuidado aspectos como la publicación y la fama). Además, fue un asceta considerado "gurú" por su amigos-discípulos.

En cada uno de sus textos el tema de la finitud humana se refleja de diversas maneras, y deja ver cómo "el deseo de inmortalidad [es la] razón de ser de toda su obra."2 Tal vez el caso más evidente resulta el Museo de la novela de la Eterna, texto que Macedonio escribió a lo largo de toda su vida y que busca ser el lugar propicio para la resurrección de la amada: "mi novela tiene lo sagrado, la fascinación de ser el Dónde a que descenderá fresca la Amada volviendo de una muerte que no le fue superior."3 He ahí que la literatura se convierte para Fernández en una vía casi religiosa de trascendencia.4

El tema de la liberación de la muerte recorre su obra y los cuentos no son la excepción. El caso que interesa aquí es el del cuento "Tantalia", donde lo vegetal, un trébol, expresa el tema de la muerte y, sobre todo, su negación, eje de la obra macedoniana.

Si bien lo vegetal no es un motivo característico en la obra de Macedonio Fernández, el trébol sintetiza la manera en que Macedonio resolvió literariamente el problema de la trascendencia. Lo vegetal aparece de dos maneras en "Tantalia": la primera, como parte de una historia; la segunda retoma los significados tradicionales de las plantas, significados que se entretejen en el texto, que lo dotan de sentido. 

Así, no es casualidad que Macedonio decidiera usar un trébol en el cuento, ya que "plantas" y "vida" son para las sociedades antiguas, y aún para las modernas, sinónimos. Sin embargo, para las primeras fueron fundamentales, ya que "aprendieron" el funcionamiento de la vida a través de lo vegetal.5 Las plantas sintetizan la idea que un hombre tiene acerca del universo y de su propia vida pues, al igual que él, muestran los cambios forzosos que sufre algo vivo, los distintos ciclos o edades por las que pasa, entre las que destacan el nacimiento y la muerte. 

No se puede saber si Macedonio tuvo presente que al hablar de lo vegetal aludía a una tradición: no importa. En última instancia, estos sentidos enriquecen al texto, más aún si se ve cómo el significado de lo vegetal coincide con las propias ideas de Macedonio sobre la "no-muerte", la muerte asimilada a la vida, a sus ciclos.

"Tantalia" trata la historia de un hombre, Él, que pierde la capacidad afectiva y por ello busca desesperadamente la manera de recuperarla. Esto no pasa inadvertido para las personas que lo rodean, y su amada, Ella, nota un cambio, que una tristeza terrible lo envuelve. Así, le regala una endeble plantita de trébol, con la intención de que a través de cuidados y atenciones a ésta pueda recuperar su sensibilidad.6 El padecimiento del personaje lo coloca en un estado catatónico, vive a medias. Si se toma la vida como plenitud y la muerte como nada, Él está vacío, muerto en vida.

El trébol representa las expectativas de la pareja, sus deseos, y es proclamado el "símbolo del vivir de su amor." A partir de lo cual, la planta se convierte en el centro de la historia y los personajes "empiezan a temer que la plantita muera y así, uno u otro, y lo que es más: el amor, única muerte que hay."

Al igual que en El museo de la novela de la Eterna, en "Tantalia" la muerte física ocupa un segundo plano frente a lo que Macedonio considera la muerte "real," la del amor. Éste se convierte en el único modo de trascender la finitud de los cuerpos: amor es sinónimo de eternidad. Por atentar en contra de él, la amenaza del trébol resulta tan funesta y no deja vivir a la pareja. 

Desde el inicio del relato se establece una dependencia absoluta Él/ Ella/ Trébol: la vida de uno condiciona la de los otros. En "Tantalia", los buenos presagios que tradicionalmente acompañan a la planta se vuelven funestos al contemplar su fragilidad. Si vive traerá la mejor de las suertes: Él recuperará la afectividad; pero si muere (opción que la pareja considera la más probable) ellos y su amor desaparecerán.

Este cuento concibe el cosmos como unidad y se entabla una relación absoluta entre micro y macrocosmos. Dicho de otro modo, la vida del universo depende de la de cada uno de sus miembros, en este caso, de un simple trébol. Un cosmos simpático aumenta la amenaza del fin de la vida, pues el destino de cada ser está íntimamente ligado con el de los otros. 

El protagonista imagina que en cualquier momento la planta puede morir y decide abandonarla, para que con ello deje de ver en el trébol la posibilidad de la muerte. La característica que define al trébol es su fragilidad, de modo que el posible fin de la planta hace que se equiparen trébol/muerte. Sin embargo, como se ha visto antes, dicha debilidad es aparente pues, paradójicamente debido a ella, la planta adquiere una fuerza insospechada dentro de un cosmos simpático. Así, "Tantalia" se construye a partir de la confrontación de ideas opuestas, la principal, vida-muerte; pero hay otras, debilidad-fuerza, esperanza-miedo,8 cuidados-tortura.

Al parecer, la solución al problema del trébol como amenaza de la vida está en abandonarlo. Esto no será tan simple, pues un oscuro y perverso impulso lo lleva a arrancar otra planta para mantener con él una relación totalmente opuesta: en lugar de basarla en cuidados, lo hace en la tortura, en el dolor. 

El deseo es la base de la tortura que le infringe al trébol, una clara alusión a Tántalo (de ahí el título del cuento) y a su eterno deseo insatisfecho. El protagonista siente placer frente al dolor ajeno; así, deja volar su imaginación y diseña todo tipo de castigos. Incluso, convierte la tortura en un arte. No basta privar al vegetal del agua, hace falta ingenio, arte: "había inventado fieles rumores de lluvia y lloviznas vecinas que no llegaban a refrescarla." La tortura implica una muerte lenta, controlada por quien la hace. Así, el torturador adquiere la facultad "divina" de decidir sobre la vida de los otros.

Martirizar a la planta atenta directamente en contra de la vida, pues el desequilibrio cósmico que ocasiona el dolor de la planta es capaz de causar estragos en el resto del universo. Él es absolutamente consciente de ello, de modo que la finalidad explícita del meticuloso martirio es lograr el suicidio del cosmos. Según el protagonista, la tortura debe resultar insoportable para el universo, ya que el hombre, el ser más consciente de todos, daña al más inocente; una acción tan cruel y vil que puede y debe provocar la desaparición del mundo. 

Él pretende acabar con el universo y lograr la nada, dicho en palabras de Macedonio Fernández: "estremecer hacia el No-Ser todo lo que es." La muerte parece apremiante y total, cósmica: "lo que Él estaba haciendo miserablemente, era la ambición y ansiedad de lograr el reemplazo por la nada de la Totalidad, de todo lo que hay, lo que hubo, lo que es, de toda la Realidad material y espiritual".

Lo que se interpone a la destrucción del mundo, a la nada, es la piedad que el protagonista siente de pronto ante el sufrimiento de la víctima. Este sentimiento se despierta cuando Él imagina el momento en que arrancó al vegetal y comienza a llorar. Las lágrimas son la muestra de que ha recuperado la afectividad, de que vive de nuevo.

Todo (la pareja, su amor, el universo) ha estado entre la vida y la muerte; sin embargo, la vida ha prevalecido. El trébol sintetiza estas dos posibilidades, pero si se piensa en los significados tradicionales de lo vegetal, esto cobra aún más sentido: el opuesto vida-muerte es aparente, la Vida es un ciclo en el que se pasa eternamente de uno a otro estado, la muerte es una etapa, no existe como tal.

Muerte y vida están de la mano y más que prevalecer la segunda, hay una asimilación de la una y la otra: la frontera entre ellas se desvanece. "Tantalia" habla de cómo esta separación es aparente y no existe como tal: los vegetales son el resumen de ello. No sólo el cuento trata explícitamente de la "batalla" entre la vida y la muerte, sino que al expresarlo por medio de lo vegetal se va más allá: se retoma el simbolismo tradicional de los vegetales como reflejo del resurgimiento cíclico de la vida.

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1 Macedonio Fernández, Museo de la novela de la Eterna, Coord. Ana María Camblong y Adolfo de Obieta, Paris, FCE, Archivos, 1996.

2 Ana María Barrenechea, "Macedonio Fernández y su humorismo de la nada," en, La literatura fantástica en Argentina, México: UNAM, 1957.

3 Macedonio Fernández, op. cit.

4 Adolfo de Obieta, "Macedonio Fernández," en, Macedonio Fernández, op. cit., p. XXVI.

5 Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones. México, ERA, 2001.

6 La situación del protagonista recuerda a la de un personaje del Museo de la novela de la Eterna: "El autor conoció a Deunamor durante muchos años tratándolo continuadamente, y notó que a partir del deceso de su esposa, a quien parecía amar inmensamente, algún matiz inaprensible casi en su conducta y en sus expresiones se había alterado de una manera inquietante aunque indefinida. [...] Y así poco a poco, Deunamor fue perdiendo la sensibilidad, hasta quedar reducido a un cuerpo sin conciencia. [...] Su conducta en la novela es la de un hombre que nada siente, piensa ni ve, en actitud de espera pero sin sentir la espera, de volver a reunirse con la amada y ser feliz, o sea que es una insensibilidad con perspectiva de ser una sensibilidad." Macedonio Fernández. Museo de la novela de la eterna, op. cit. Ana María Camblong habla de la evidente presencia de datos autobiográficos en este pasaje, aspecto que resulta sumamente interesante al observar el paralelismo entre Deunamor (Macedonio) y el protagonista de "Tantalia", Él, que también ha perdido la sensibilidad y espera recuperarla. Así, se puede pensar que Él también muestra aspectos de la vida del propio Macedonio.

7 Las citas de ambos cuentos se tomarán de Macedonio Fernández, Manera de un psique sin cuerpo, Barcelona, Tusquets, 1973.

8 El miedo es un tema central en la obra de Macedonio. Véase el estudio de Enrique Flores, Los tigres del miedo: páginas fantásticas de Macedonio Fernández, México: UNAM, 2005. Flores aborda con detalle el papel del simbolismo vegetal en "Tantalia" y el del simbolismo zoológico en otros cuentos de Macedonio.