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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ese franquista que llevan dentro

"No deja de tener su coña que el ministro, persona de profundas convicciones religiosas y próximo al Opus Dei, haya utilizado dos de las cuatro virtudes cardinales para referirse a la actuación policial"

La Transición no ha terminado. No es una exageración, como ha podido verse con las cargas policiales contra los estudiantes del Luís Vives y sus flecos verbales. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, aseguraba en una entrevista publicada el domingo en este periódico que las unidades de intervención policial que actuaron durante la semana pasada en Valencia “han dado ejemplo de mesura, prudencia y fortaleza” y calificaba como “anécdota desafortunada” las declaraciones del jefe superior de policía de Valencia, Antonio Moreno, en las que llamó enemigos a los chavales.

Desde luego, no deja de tener su coña marinera que el ministro, persona de profundas convicciones religiosas y próximo al Opus Dei, haya utilizado dos de las cuatro virtudes cardinales para referirse a la actuación policial. Con todo, lo más chiripitifláutico de la entrevista es calificar de anecdótica la referencia al enemigo. Uno, aunque es un poco más joven que el ministro, también fue un niño del franquismo y por tanto a la tierna edad de los aporreados chavales de Luís Vives llevaba en el macuto los mismos manuales de Formación del Espíritu Nacional con los que estudiaron, sin duda con mejor aprovechamiento, Jorge Fernández Díaz y el comisario Moreno. De aquellos plúmbeos libracos, lo único que se salvaba eran algunos textos de Eugenio (sic) D’Ors y su máxima de “elevar la anécdota a la categoría”. Un ejercicio bien interesante a practicar con las declaraciones de Antonio Moreno que permite dilucidar si su paso por la Brigada Político-Social de la policía franquista le ha imprimido carácter.

La dialéctica amigo / enemigo fue teorizada por el jurista nazi Carl Schmitt en su obra El concepto de lo político, que entiende como una agrupación de los hombres en amigos y enemigos por virtud de la intensificación de una unión o de una distinción. Como ha recordado en este periódico el profesor Gregorio Peces Barba, “la distinción es para Schmitt en el campo de lo político lo que en el de la moral representa la de bien y mal, o la de la belleza y la fealdad en el estético. Enemigo no será cualquier competidor o adversario en el ámbito privado, sólo es enemigo quien se enfrenta en el ámbito público, cuando existe la posibilidad de una lucha, de una guerra y por consiguiente de matar al otro. La identificación del enemigo es, según Schmitt, consustancial a la política y así es inevitable pretender destruirle”. Esta es la categoría, el concepto fundamental, que subyace bajo la anécdota del comisario Antonio Moreno. Hace unos días el ministro ya se refirió a la frase del comisario como un lapsus linguae. Un lapsus que probablemente responde al mismo mecanismo que el del brazo artificial del doctor Strangelove, el antiguo científico nazi de la película de Kubrick Teléfono Rojo volamos hacia Moscú, que no puede evitar que cuando el artilugio se le dispara involuntariamente haciendo el saludo nazi, le salga un Heil Hitler!, ante la mirada atónita de sus jefes del Pentágono. No. La Transición aún no ha terminado.

http://twitter.com/manuelperis

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